Vendidos al imperalismo
No hay calificativo que sea utilizado con más desprecio por los líderes de esta revolución que el término “imperio”. No existe según ellos nada más abyecto que ser “pro imperialista”. En su ignorancia no se dan cuenta sin embargo que sus principales aliados son algunos de los imperios más agresivos, explotadores y expansivos que ha conocido la humanidad. Se trata de naciones que aunque hayan cambiado nominalmente su sistema político conservan su ADN imperial que los lleva a mantener sus ambiciones de dominio y explotación. Me refiero desde luego a China, Rusia e Irán.
Vamos a dar un breve repaso a la historia pero, de antemano, podemos adelantar una conclusión: no hemos tenido en nuestra vida republicana un régimen más vendido al imperialismo que la revolución bolivariana.
Veamos primero el caso de China. Se trata de una de las civilizaciones más antiguas del mundo con continuidad hasta la actualidad. La cultura china, según el mito, se inaugura con los tres emperadores originarios: Fuxi, Shennong y Huang, quienes habrían vivido hace unos 5.000 a 6.000 años.
A lo largo de los milenios varias dinastías han dominado este poderoso imperio desde el año 2070 antes de Cristo hasta el 1911 después de Cristo: la dinastía Xia, la Shang, la Shou, las Quin y Han, la Sui, la Tang, la Song, la Yuan, la Ming y la Quing. Entre 1912 y 1949 tuvo lugar la era de la República de China y después el advenimiento del comunismo.
A no dudarlo Mao fue, ni más ni menos, un emperador más con diferente ropaje al igual que lo es hoy en día Xi Jinping.
Veamos el caso de Rusia. Se trata también de uno de los países de mayor tradición imperial. La Rusia Imperial se inicia con Pedro I en 1682 y se mantiene hasta el emperador Nicolás II en 1917. Además del actual territorio de Rusia, en 1917 el Imperio ruso incluía los territorios conquistados de Ucrania, Bielorrusia, parte de Polonia, Moldavia, Rumania, Armenia, Georgia, Azerbaiyán, Finlandia, Turkmenistán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán. También incluyó a Alaska que fue vendida a los EEUU en 1867 por 7,5 millones de dólares.
Finalmente con la Revolución de Octubre en 1917 llega a su fin la dinastía de los Romanov, pero nuevos gobernantes autocráticos llegan al poder, bajo el disfraz del comunismo, pero con las mismas prerrogativas, ambiciones y deseos de conquista. Stalin fue un Zar más (el más sanguinario), tal como también Putin es hoy otro Zar.
Y ni hablar de Irán. La primera dinastía del Imperio Persa fue creada por Ciro II el Grande en el año 550 a.c con la conquista de los imperios medos, lidio y babilónico. Poderosas dinastías imperiales gobernaron a Persia, hoy Irán, entre el 550 antes de Cristo y 1979 de nuestra era: la Aqueménida, la Parta, la Sasánida, la Saffarí, Samánidas, la Safávida, Afsárida, la Zand, la Kayar y la Pahlevi, en 1979 después de Cristo, cuando es derrocado Reza Pahlevi
A los emperadores persas se les daba el nombre de Shah. Irán fue conocido en Occidente hasta 1935 como Persia. En 1979 se inicia la revolución islámica de Irán. El país pasa a llamarse república y un nuevo gobierno autocrático y teocrático se inicia con el Ayatollah Khomeini, prácticamente con las mismas prerrogativas de un Shah, tal como las tuvo Ahmadinejad y las tiene hoy Hassan Rouhani. El 95% de la población de Irán es chií y su gobierno ha sido acusado de respaldar el terrorismo islámico utilizando como proxy al Hezbollah.
Todos estos imperios conservan su mismo ADN histórico y su vocación imperial se mantiene intacta, con tácticas y estrategias que van variando para adaptarse a los tiempos. Es imposible que una idiosincrasia política desarrollada por siglos o incluso milenios cambie de un día para otro, por más que sus dirigentes dejen de llamarse Emperador, Zar o Shah.
China, Rusia e Irán a lo largo de la historia han conquistado territorios y establecido estados súbditos a los cuales exigen el pago de tributos. Hoy en día la revolución bolivariana está rindiendo la soberanía de Venezuela y la ha transformado en una suerte de protectorado de estos tres imperios a los cuales paga tributos de mil formas diferentes a cambio de protección.
José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica