Una victoria pírrica
Pueden cantar victoria por haber ganado 20 gobernaciones, pero ese canto no engaña a su cada vez menor número de seguidores. Y otro gallo hubiera cantado con una oposición unida, presentando candidatos únicos para cada estado, aunque allí hay muchos matices. La totalización de los votos a nivel nacional muestran que las “oposiciones” superan al PSUV por casi 10%. Sin embargo, no todas las oposiciones lo son, ya que algunas de ellas tienen más de un cable cruzado con el régimen.
A nivel municipal hay un aumento significativo de alcaldías que pueden «formalmente” atribuirse a la oposición, ya que de 25 que tenían subieron a 117. Habrá que esperar conocer a cada uno de los alcaldes nuevos, para saber si son de verdad opositores, o tienen algún tipo de vinculación particular con los maduristas.
En todo caso lo más importante no es la distribución de cargos, sino el sentir de un pueblo que, en un 60%, prefirió no participar en una farsa electoral que no será reconocida por la comunidad internacional democrática y que cada día cree menos en políticos que no resuelven y que prometen, pero no cumplen.
Lo importante del 21 es que se abre un nuevo espacio político para aquellos que quieren un verdadero cambio para el país. Un cambio que acabe con la miseria, la destrucción, la incapacidad y la corrupción y sea capaz de reconstruir y de estimular las inversiones necesarias para que las condiciones de vida de los venezolanos sean dignas y libres.
El fraude puede adoptar una amplia gama de formas, desde las violaciones de procedimiento a la ley electoral hasta el abierto uso de la violencia en contra de los votantes. Aun cuando la manipulación del voto es parte integral de la competencia electoral, rara vez desempeña un papel decisivo.
En todo caso, el fraude debilita la estabilidad política, ya que puede ser crucial cuando se trata de una contienda muy reñida. La fabricación de votos se incrementa con la desigualdad, pero la competencia, moldeada en parte por las instituciones, determina las estrategias de los partidos en cuanto al fraude electoral se refiere.
El relato de Jimmy Carter, ex presidente de Estados Unidos, sobre la forma en que fue testigo presencial de la adulteración de urnas en su contra, por parte de sus rivales en el Partido Demócrata de Georgia, a principios de los años sesenta, constituye un extraordinario ejemplo del género.
Apreciado señor Alejo Urdaneta,
El señor Jimmy Carter, fue después puntal para que Chávez, accediera permanentemente al poder. No recuerdo al Centro Carter criticar las listas de vetados en la administración pública por haber votado en el referendum revocatorio contra Chávez. Tampoco, recuerdo al Centro Carter criticar los puntos rojos en las cercanías de los puestos de votación. Creo que el Centro Carter ya está desacreditado no solamente en Venezuela sino en América Latina.
Saludos,
José Tomás ESTEVES ARRIA