Trump y Venezuela
Cualquiera que pueda ser la opinión particular que cada uno pueda tener sobre el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y más allá de las emociones que él pueda generar, hay que reconocer que en lo que se refiere a la actual crisis venezolana se ha movido no solo como un peso pesado, sino también con la agilidad de un peso pluma.
Ha sabido usar el temor que infunde el ruido de sables con la agilidad de la acción diplomática que se mueve simultáneamente en tres diferentes tableros de ajedrez.
El primero, en el ámbito internacional, en el que se juega tradicionalmente la geopolítica mundial; el segundo, en el ámbito de la política nacional en EEUU y el tercero, en preparar las jugadas necesarias para acorralar y darle jaque mate a Maduro en Venezuela. Estos tres tableros se juegan de manera simultánea y cada movimiento que se realice incide en cada uno de ellos, lo que hace extremadamente complejo y laborioso el desenvolvimiento final del juego.
Trump ha resultado ser más estratega de lo que muchos pensaban que era. Se ve que negociar y jugar no le son prácticas ajenas y hasta ahora lo viene realizando de manera efectiva. Pero claro está, ningún juego se puede evaluar hasta que se mueva la última pieza que confirme o no que la estrategia utilizada fue exitosa.
El final, según él dice, está cerca, pero no puede decirse, a ciencia cierta, cómo ni cuándo se producirá.