¿Se impone el pragmatismo en América Latina?
Muchos siguen pensando que es inevitable que persista el ciclo de cambios en nuestra región y siguen viéndolo con los lentes del siglo XX, que establecía una contraposición entre comunismo y liberalismo.
Hoy, el panorama es muy diverso, ya que las ideologías han sido puestas de lado y lo que florece son diversas expresiones de un pragmatismo que se arropa en diversos mantos de populismo.
Ese es el caso de Bolsonaro en Brasil, de López Obrador en México, de Bukele en El Salvador y, según pareciera, pudiese ocurrir también en las próximas elecciones en Ecuador y en Perú.
Lo que sucede en Argentina no es ideológico, el Peronismo se ha convertido esencialmente en el negocio de controlar el poder de la manera que sea, y ya conocemos los resultados. Una desenfrenada corrupción que tuvo su apogeo con Cristina Kirchner, quien al parecer sigue siendo el poder detrás del trono.
El caso venezolano sólo puede calificarse de esquizofrenia, ya que aunque el régimen se sigue disfrazando de izquierda, en la práctica aupa el enriquecimiento de su nomenclatura dando rienda suelta a las expresiones más salvajes de un capitalismo sin control.
Ya pasó la era en la que la lucha política enfrentaba a expresiones ideológicas como el marxismo, el neoliberalismo, la doctrina social de la iglesia y la social democracia. Ahora surgen en la mayoría de los países de la región nuevas organizaciones políticas, que no tienen otro norte que el de ser el aparato electoral de presuntos líderes políticos que venden discursos genéricos y sin sustancia, pero que resuenan bonito a los oídos de electores antipolíticos.
Tal vez esto sea un fenómeno de nuestro tiempo, solo que en los países desarrollados esos nuevos líderes no acaban con las instituciones y logran, en la mayoría de los casos, adaptarse al ritmo que impone la cuarta revolución industrial y la globalización, mientras que en América latina cada día nos distanciamos más y vivimos realidades políticas que corresponden a una época que hace ya tiempo dejó de ser.
La era del Comunismo ha sido deferida a cambio del SOCIALISMO. Algunos Estados siguen la pauta del Comunismo, pero el Marxismo ha perdido su ideología en aquellos que adhieren a un capitalismo devaído.
Existe una serie de puntos en los cuales estas teorías muestran puntos de distinción y que las definen:
El papel del Estado: En primer lugar, el socialismo asume que el poder institucional debe regir el sistema económico y político de un país y regular la convivencia del sector privado. Por su parte el comunismo establece que solamente el Estado debe contar con el control de los medios de producción como modo de lograr el crecimiento económico.
La lucha de clases: Mientras que el socialismo entiende que debe regularse la convivencia entre ellas, el comunismo establece que es necesaria su eliminación, llevando a todo individuo en una sociedad igualitaria (clase proletaria) y de Estado.
Propiedad privada: El socialismo asume que la propiedad de factores de producción puede recaer en manos privadas y no solamente en el Estado, pese a que el objetivo de la economía nacional debe perseguir un control de recursos estatales igualitario y con carácter social. Para ello, se busca la propiedad pública de ámbitos clave como la sanidad, las infraestructuras, la educación o la energía. El comunismo, en cambio, establece un control estatal total de los mismos como forma de conseguir la igualdad social.
Relación con el capitalismo: Mientras el socialismo se ha ido adaptando hacia modelos mixtos o de convivencia en entornos de libre competencia, el comunismo se opone firmemente a modelos capitalistas y aboga por su eliminación en las naciones.
Grado democrático: En países socialistas coexisten distintos partidos políticos de distintas tendencias y existe un mayor nivel de democracia, mientras que en los comunistas existe un único partido gestor y de obligada suscripción.
Ni Comunismo ni Socialismo en Venezuela. Lo que tenemos el el despojo de nuestra identidad social.