Se abrió el camino
Más que el esperado y anunciado triunfo ayer de las fuerzas de oposición lo que significa ese resultado es la apertura de un camino hacia la reconciliación del país, el fin de otro que conducía a la polarización y a la exclusión y a una división artificial de los venezolanos basada en una errónea concepción ideológica del poder.
La crisis venezolana es de tal magnitud que ningún grupo político o de otra naturaleza puede, por si solo, resolverla. Se impone más por necesidad que por convencimiento la creación de un gobierno de unidad nacional que asuma, con coraje, los cambios necesarios para empezar a solucionar los problemas que son de diversa naturaleza y que van de lo económico a lo social.
No es hora de venganzas, ni mucho menos de exclusión, la tarea es tan compleja que requiere el concurso de todos para restablecer el orden institucional que genere la confianza necesaria para que pueda generarse la inversión requerida para impulsar a la más que maltrecha economía. Pero también es condición necesaria para que esto ocurra que haya coordinación de políticas de seguridad que le pongan un alto a la criminalidad desbordada que no distingue entre venezolanos de uno u otro color político.
Como en la Sudáfrica de Clerk y Mandela lo que debe imperar, aunque había miles de razones para que no fuera así, es la inteligencia para entender que el pasado no puede ser el camino del futuro.