¿Qué puede suceder?
La historia nunca se repite, pero las tendencias reflejan la naturaleza humana. Es evidente cómo algunos continúan actuando de manera mezquina, desconfiada, codiciosa e indiferente al bien común, mientras que otros, a menudo tildados de ingenuos, creen en la necesidad de nobleza de espíritu, solidaridad y búsqueda de consensos para abordar las crisis sociales.
En la actualidad, la percepción nacional e internacional se torna cada vez más consciente de la gravedad de la situación en Venezuela. Las acciones tomadas por los distintos organismos estatales, lejos de resolver la crisis interna, la empeoran hasta un punto en el que podría parecer irreparable. Sin embargo, existe un rayo de esperanza que puede incluso detener lo que parece inevitable: la determinación y claridad de la voluntad popular, que ya no se deja engañar y ansía un cambio que traiga confianza y esperanza en la posibilidad de mejorar y construir una sociedad más solidaria, reconciliada y equitativa.
Este objetivo es alcanzable, especialmente mientras el régimen siga desconectado de la realidad y cometiendo errores, impulsado en gran medida por el miedo y la arrogancia. La situación evoluciona constantemente, como en un juego de ajedrez, y el éxito será para aquel que, con temple y cordura, sepa mover sus piezas en el tablero de manera más efectiva.