Por qué México volverá a ser el escenario
Aunque muchos duden que se va a reanudar la negociación en México, los vientos que soplan parecieran ser mas bien alisios que huracanados. Claro está eso depende de qué lado del espectro político se esté ubicado.
El régimen que hoy disfruta de las mieles del poder no es el mismo de hace 6 meses. Las circunstancias han cambiado dramáticamente, y no necesariamente en un sentido positivo, para los que moran entre Miraflores y Fuerte Tiuna.
La invasión a Ucrania por parte del gran y fundamental amigo Vladimir Putin no ha ido en la dirección soñada, y en vez de fortalecer el predominio global de las autocracias, les ha puesto un misil en la Santa Bárbara. Con ello, no solo les ha complicado el flujo de caja que lograba mover PDVSA con sus triangulaciones armadas desde Moscú, sino que además ha afectado a unos cuantos que consideraban a Rusia como el lugar más seguro para resguardar sus «ahorros“, que ha resultado ser altamente inseguro, por no decir más. Tal vez la nomenclatura del régimen no ha estudiado historia y no sabe que la Unión Soviética nunca pagó la deuda del imperio ruso. Y tampoco le devolvió a España el Oro de la República. No vemos cómo una nación que está sufriendo el impacto de las sanciones y el costo de la guerra se va a ocupar, o preocupar, por lo que le debe a estos “aliados caribeños” . Una muestra de la preocupación es la gira turística de Maduro por el Mediterráneo.
Ante esa realidad y el poco interés, para no decir el nulo, de China y la India, de adquirir crudo venezolano, qué mercado les queda que no sea EEUU y Europa. Y este no estará disponible si no hay elecciones libres y el retorno a una institucionalidad que garantice las inversiones necesarias para aumentar la producción petrolera.
El caso de la recién concluida Cumbre de las Américas demostró el corto fuelle de los amigos de la región, que no lograron que Nicaragua y Venezuela fuesen invitados, lo que dejó muy claro el mensaje de que ahora entramos en una nueva etapa de la geopolítica mundial en la que estás con la democracia o con las autocracias, pero que no puedes ya valsear con ambos a la vez.