¿Por qué es necesaria la resiliencia?
La resiliencia es la capacidad de adaptarse y superar situaciones adversas y traumáticas, como las que enfrentamos actualmente en nuestro país.
Entre las características principales de una persona resiliente se encuentra la adaptabilidad, que permite reestructurar los recursos psicológicos, especialmente los estados de ánimo, para enfrentar y superar los desafíos.
Otro aspecto fundamental de la resiliencia es su contribución a la mejora de nuestra salud mental, ya que nos ayuda a ver las dificultades como desafíos en lugar de obstáculos insuperables.
Sin embargo, quizás lo más importante es que fomenta la solidaridad entre aquellos que también buscan superar los obstáculos que nos paralizan. La resiliencia nos permite mitigar el miedo que podemos sentir, ya que nos recuerda que no estamos solos en la lucha por alcanzar la libertad que tanto deseamos y necesitamos.
¿Resiliencia?
Es una pena que una palabra que proviene del latín haya tenido que llegar a nuestros días a través del inglés «resilience/resiliency» y, para colmo, con significados equívocos cuando no erróneos.
(Ver: Alexander, D.E. 2013: Resilience and disaster risk reduction: an etymological journey. https://nhess.copernicus.org/articles/13/2707/2013/nhess-13-2707-2013.pdf / con una maravillosa introducción sobre el origen y el viaje histórico del término).
La resiliencia era, antes del S. XX, la capacidad de algo (objeto, sistema) de volver a su estado inicial después de una perturbación. Un ejemplo básico es el de una goma elástica: si la estiramos se deforma y se alarga, cuando la soltamos vuelve inmediatamente a su estado original.
El término empezó a usarse en mecánica (ingeniería) para definir la resistencia y ductilidad de las vigas de acero, luego en ecología (con su significado más cerca del original) para describir la capacidad de un ecosistema para recuperarse de un desastre (incendio de un bosque, p.ej.) y volver a colonizar el hábitat.
Es triste que las ciencias sociales hayan desvirtuado el concepto y lo sinonimicen con «adaptación» (acomodarse, amoldarse, en definitiva: someterse) y se olviden de la «resistencia» (fortaleza). Con la adaptación nos conformamos con lo que hay, modificamos nuestra conducta para acomodarla a los acontecimientos (trabajo, política, desastres, etc). Con la «resiliencia» de los psicólogos y sociólogos el Hombre no habría salido nunca de la Edad de Piedra. Si estamos donde estamos es precisamente por todo lo contrario, por nuestra curiosidad, nuestra voluntad de cambio, nuestra fortaleza y nuestra «Resistencia».
Si sus lectores fueran resilientes jamás pondrían un comentario en sus páginas ni discutirían un artículo ¿no les parece?.
Un saludo.