Por qué es esencial una prensa libre y responsable
A finales del siglo pasado, desde el advenimiento del Internet todos tienen la posibilidad de ser no solo un receptor vertical de la información generada por los medios de comunicación social, sino además, a través de las redes sociales, convertirse en un comunicador de información, no siempre veraz.
Eso que según el filósofo francés, Pierre Levy, llevaría a una mayor democratización del planeta gracias a los prosumidores, terminó acuñado por Alvin Toffler, es decir, personas que pueden a la vez consumir y producir información, no parece ser la realidad que observamos hoy en un mundo en el que solo hay un 50% de democracias.
Cada vez es más frecuente que la gente se informe, no por los medios de comunicación formales, es decir, integrados por periodistas profesionales, sino a través de noticias, ciertas o no, difundidas por Twitter, Instagram, Facebook o cualquiera otra de las llamadas redes sociales y las redifundan sin cerciorarse si son veraces.
En la actualidad vemos esta tendencia exacerbada por la cuarentena originada por el Covid-19 y la sarta de estupideces, de información falsa, es propagada por los prosumidores, sin tomarse el tiempo -o la molestia- de verificar en los organismos competentes o en los medios de comunicación reconocidos, si esa información se adapta o no a la realidad.
Hoy se requiere que se fortalezca la libertad de prensa, pero más que eso que se pueda confiar, no sólo en los medios tradicionales sino en aquellos medios, que aunque nuevos, transmitan información veraz y certificada y que busquen, no escandalizar y/o asustar a su audiencia, sino darle los instrumentos necesarios para entender mejor la realidad que nos circunda.
Dicen que la información es poder, y no deja de ser cierto, pues en las guerras las llamadas fake news son la norma y lo verdadero, queda como lo secundario o en segundo plano.En nuestro caso es innegable que el gobierno se ha superado muy mucho, pues su artillería informativa ha mejorado y hasta superado en algunos momentos la información privada, especialmente la de alto impacto como lo es la TV. No obstante, es la realidad objetiva, la de la vida cotidiana, quien marca la pauta al momento de creer o no una determinada información, queriendo decir con esto que, es el público quien tiene la última palabra a la hora de la verdad. O en nuestro caso, es el lector quien se forja una opinión sobre algo que está escrito, bien porque es lo que quiere leer o bien, porque de verdad se entretiene leyendo o dejando de leer algo que lo motiva o por el contrario, no le interesa. En este sentido, la verdad objetiva, pura, en un cien por ciento, sencillamente no existe. En algún momento, los legítimos intereses grupales o individuales afloran con mayor o menor intensidad, de todos modos, no es mucho el tiempo que algo que se lee permanece en la memoria del lector, en poco tiempo se olvida o pasa a ser algo muy secundario en la cotidianidad del individuo ; sin embargo, el dicho que expresa : «Escribe que algo queda»es completamente cierto y así, de tanto repetir ideas, terminan teniendo una mayor o menor credibilidad, aunque no necesariamente para tomar en serio todo el tiempo. En suma, QUE LA VERDAD ES TAN RELATIVA COMO LA VIDA MISMA ; máxime, cuando se trata de medios de comunicación de masas.
Considerando con escepticismo los modos de la aplicación actual de los progresos técnicos, han de tenerse en cuenta las estructuras económicas y sociales resistentes a la comunicación libre. Por esa razón es necesario especificar con exactitud lo que se entiende por libertad en el marco del desarrollo de la tecnología de comunicación, ya que no está del todo claro una mayor libertad de los ciudadanos de controlar las transacciones comerciales y ocultar la realidad de un país. Como ejemplo podemos deducir que las declaraciones acerca de la situación social, a causa del coronavirus, son alteradas ante los medios de comunicación los datos de la realidad, grave como debemos suponer.