Por qué América Latina nunca ha sido prioritaria para EEUU
Desde que James Monroe proclamó en 1823 la doctrina que lleva su nombre, en la que dejaba claro que América era para los americanos, todo lo que está al sur del Río Grande se convirtió en una zona geopolítica dada por descontada. Es cierto que hubo el incordio de la revolución cubana, que atizó el fuego en algunos países del continente, pero supieron como apagarlo sin mayor costo.
Lamentablemente, nuestra región no representa un mayor desafío económico ni tecnológico, como si ocurre con Asia. Tampoco se han sabido superar los nacionalismos ramplones, como con grandes esfuerzos lo lograron en Europa, creando un mercado común que compite de quien a quien con EEUU.
Ni hablar del interés energético que representa el Medio Oriente, zona convulsa por conflictos de orden religioso y tribales, situación que contrasta con la relativa calma bélica que impera en nuestra América Latina.
Para que nos convirtamos en foco de atención, debemos deslastrarnos de la politiquería sin sentido y entender que, la que pudiéramos llamar Iberoamérica, representa casi 600 millones de personas que prácticamente hablan una lengua comprensible para todos, tienen más o menos las mismas creencias religiosas y que, si se hiciese un verdadero intento de crear un mercado único integrado, dejaríamos de ser un lugar folclórico con la posibilidad cierta de convertirnos en un actor principal del concierto mundial.