Paciencia
No se apure que tengo prisa, dicen que le indicaba Napoleón a su edecán cuando lo ayudaba a vestirse, el emperador no quería correr el riesgo de una falla en su vestimenta causada por la rapidez, o aquél viejo refrán castellano que advierte que del apuro sólo queda el cansancio.
Es decir, las cosas que cuentan no pueden hacerse a la carrera, mucho menos en política. Avanzar a saltos no es avanzar, es jugarse una caída, y las caídas duelen, rompen huesos, convierten el apuro en humillación.
Diálogos o negociaciones o como prefiera usted llamarlos entre el régimen castromadurista y la oposición venezolana tiene objetivos de parte y parte pero es un proceso de paso a paso, no puede ser una carrera de 100 metros. Es un maratón en el cual no se juega una medalla de oro sino dos de plata.
Las dos delegaciones están siendo, y eso es signo de seriedad tanto como la seriedad es síntoma de funcionamiento adecuado, discretas y poco habladoras. Un paso a la vez, los acuerdos no se logran en encuentros de todos contra todos, sino en las negociaciones intermedias.
Hay suspicacias populares porque ninguno de los dos grupos, que en el fondo son mas o menos lo mismo, la participación en el poder, cuenta con la credibilidad de las mayorías ciudadanas, ni con los resultados de unas elecciones forzadas para generar una imagen de democracia organizada.
Paso a paso, sin revelaciones parciales, llegarán a un acuerdo que tranquiliza a la opinión internacional y logre algo conveniente para cada parte que, en el fondo, son lo mismo: la imagen polvorienta de una Venezuela destruida.
Y todos coinciden en que el interinato sólo ha sido un aspecto de la totalidad, y que las sanciones no derrumban gobiernos ni convienen a nadie. Es una cuestión de dinero disponible.
En transiciones negociadas o pactadas, las presiones por la democratización se configuran en el seno de la sociedad y el gobierno acepta hablar directamente con los partidos de oposición, como una forma de aliviar la presión y así poder moverse pacíficamente hacia una política multi-partidaria más abierta.
Estos tipos de transición hacia la democracia contrastan con esas transiciones totalmente controladas y manejadas por el gobierno, o aquellas que son resultado de la demanda popular por un cambio constitucional que llevan al colapso total del régimen.
Durante el transcurso de las negociaciones entre el gobierno y la oposición, los partidos negocian acerca de la naturaleza, secuencia y extensión de las reformas políticas y a menudo aceptan compartir el poder por un determinado periodo de tiempo. Las transiciones negociadas pueden ocurrir como resultado de una serie de pactos conducentes a incrementar el cambio o a través de un gran pacto que define los términos de la reforma política.
No se trata, en realidad, de una negociación solamente entre venezolanos, vistos desde el gobierno y la oposición. Hay otros intereses muy poderosos y de muchos orígenes. Desde la subversión colombiana que maneja el narcotráfico y busca entregar Colombia, hasta los rusos, chinos e iraníes que buscan explotar el territorio venezolano en todas sus dimensiones. Falta mucho por acomodar entre lo que cada uno busca. Sobre todo ahora que todo está “sobre la mesa”.