No hay vacaciones para la lucha política
El mes de agosto, además de ser caluroso, suele ser una época tibia en la lucha política, ya que la mayoría de las personas, al menos aquellas que pueden, aprovechan para tomar vacaciones.
Pero, como estamos viendo en España, Pedro Sánchez no descansa mucho por qué lo importante para él es encontrar quién lo acompañe para formar gobierno, no importando si es o no presentable, pero que le brinde los votos necesarios para quedarse unos años más en La Moncloa.
Evidentemente la mayor responsabilidad, como dijo Fernando Savater en un artículo en El País, le compete a Felipe VI, pues como jefe del Estado español no puede ser un testigo de palo, sino que, como su padre en su tiempo, tiene que preservar la unidad de España. En todo caso, no puede permitir que el perdedor de las elecciones de julio articule una mayoría precaria con aquellos que buscan desintegrar a España en lugar de fortalecerla.
Por su lado el PP debe repensar su estrategia tanto de corto como de mediano plazo, y entender que para gobernar se requiere voluntad y pasión, pero sobre todo ideas claras que la población entienda. Le corresponde a Núñez Feijóo estar a la altura de esa circunstancia o la inspiración tendrá que venir de Madrid o de Andalucía para sacar a la nación ibérica del marasmo en que anda metida.
Es decepcionante realizar que un pensador del calibre de Savater y el equipo editorial de Analítica se hayan radicalizado tanto. Pedirle a ese muchacho Rey que resuelva ese asunto como un verdadero monarca del siglo XV, de paso que lo resuelva como prefiere Savater, me parece insólito. España es una democracia parlamentaria y allí los enredos políticos tienen una manera de resolverse que en ocasiones es complicada y desfavorable para algunos. Ganar la elección por poco margen no es ganar las elecciones de acuerd a la forma en que intencionalmente se diseño ese Sistema. Es el mismo caso que en la democracía más antigua en el planeta, EEUU. Déjen a España que transite su proceso politico y si no le favorece a usted, no siga llamando a María. La actitud adoptada por Savater Y Uds, es autocrática.