El Editorial

No al desánimo

El desánimo es la peor actitud que puede tenerse para resolver un problema o una situación que nos acongoja. El desánimo es un pensamiento que destruye la esperanza y sin esperanza nos rendimos ante el mal, y eso es precisamente lo que quieren que hagamos quienes hoy nos desgobiernan y destruyen, paso a paso, nuestro futuro.

La actitud que se filtra en las redes sociales y se expresa en las calles está amenazada por ese sentimiento negativo que se basa en una interpretación errónea de lo que significó el 30 de abril. ¿Quién salió más perjudicado ese día, Maduro o Guaidó? ¿Fue acaso un triunfo del régimen no haber podido movilizar al pueblo en su defensa? ¿por qué entonces el vacío frente a Miraflores?

¿El hecho que no se pronunciara la totalidad del estamento militar elimina la realidad de que el principal organismo de seguridad del Estado liberara al supuestamente peor enemigo del régimen, Leopoldo López?. ¿Es acaso una muestra de fortaleza haber ordenado a las tanquetas de la GN arrollar a una población civil desarmada que protestaba pacíficamente? Esa imagen recorrió de manera viral en los medios de comunicación del planeta y tiñó de sangre el rostro del régimen.

¿Es acaso una derrota que luego de esos acontecimientos tengan que arremeter contra la AN, secuestrando literalmente a su primer vicepresidente, amenazando con hacer lo mismo con otros diputados, mandando a sus secuaces a poner pintas en las paredes de los dirigentes opositores en las que señalan que van por ellos? ¿Quién es el perdedor? ¿el pueblo enfurecido o más bien el régimen aterrorizado?

¿Acaso, después de los hechos, la comunidad internacional ha callado o está más activa? ¿La AN se rindió o más bien avanza con la decisión de reincorporar a Venezuela al TIAR? ¿Juan Guaidó se escondió o sigue dando la cara?

El error que algunos lamentablemente cometen, es creer que la victoria se logra en un solo episodio y no en la sucesión de varios y al no lograrse de un solo golpe el Día D, terminan por atrincherarse en el desánimo y contagiar al resto con la desesperanza de que esto nunca se resolverá.

Pero afortunadamente ese no es el sentimiento que prevalecerá en la mayoría de los venezolanos y principalmente en los que viven en el interior del país que perversamente el régimen castiga quitándole la energía eléctrica para dársela a Caracas y evitar que esta se incendie por aquello de que lo que no ocurra en la capital no tiene importancia.

Veremos si en el futuro próximo ocurrirá un cambio, en las palabras de nuestro glorioso himno nacional, y se proclame sigamos el ejemplo que el interior dio.

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