Las groserías de Tibisay
Es francamente preocupante que la Presidenta del organismo electoral de Venezuela haya decidido contestar de manera airada -y diríamos grosera- a la iniciativa de varios expresidentes latinoamericanos de solicitar algo normal en democracias funcionales, que en las elecciones parlamentarias del 6D haya una observación internacional de instituciones con reiterada experiencia en este tipo de evento.
La cabeza de un organismo electoral debe destacarse por su ecuanimidad, imparcialidad y objetividad y no por asumir posiciones que más bien corresponden a la política oficial del gobierno.
Si se quiere que el 6D refleje de verdad la voluntad popular, el órgano electoral debe estar al servicio de la nación y no de una parcialidad política, sea esta oficialista u opositora. No hacerlo siembra dudas innecesarias sobre lo que se califica de manera rimbombante como el mejor y más transparente sistema electoral del planeta.
El problema es que muchos perciben al CNE como una extensión del Ejecutivo en la persona de su presidenta la señora Lucena. Tanto, que muchas de sus declaraciones parecen más las de un miembro del gabinete que de la máxima representante de un organismo independiente, autónomo e imparcial. Y es que basta una insinuación del señor presidente para que casi de inmediato se transforme en decisiones de hecho por parte del organismo comicial, quitándole respetabilidad y credibilidad a lo que su presidenta expone o plantea. En parte es un problema de imagen pero por la otra, es la forma como se gerencian los procedimientos, ya que a veces son interpretados de manera sutilmente diferentes en cada dependencia regional de dicho organismo, dependiendo del talante y realidad política de y en cada entidad.
Se ha vendido la idea de que la plataforma tecnológica utilizada por el CNE es confiable y algunos lo hemos terminado aceptando como cierto, pero si se introducen variables imponderables como lo son las presiones indebidas, al final, se termina sembrando las dudas e incertidumbres que predisponen al el hacer el tipo de reflexiones que justificadamente plantea el EDITORIAL de hoy. Y es que ´´la culpa no es de la estaca, sino del sapo que salta y se ensarta´´ ; y, lo otro, es que las explicaciones que suelen dar los representantes del CNE parecen mas justificaciones de presuntas faltas que aclaratorias claras y transparentes. Y eso si lo percibe rápidamente la opinión pública, la cual suele crearse un estereotipo negativo del proceder del ente comicial. Una deficiencia de la que no se han preocupado por corregir y que se ha profundizado en el tiempo.
Lo cierto es que vamos a las elecciones parlamentaras del 6D en medio de una crisis política, social y económica de gran envergadura, lo que hace que el rol del CNE sea mucho mas complejo, difícil y conflictivo. Una realidad ineludible que solo se puede afrontar con serenidad, paz y tranquilidad. Y es que esas declaraciones virulentas del señor presidente y que en el fondo parecen mas amenazas que otra cosa, no contribuyen en nada a crear el clima de sosiego necesario y la directiva del CNE no hace nada para desmentirlo. Eso es lo que realmente perturba y molesta, por no mencionar la tardanza en dar los resultados que lo que hacen es incrementar las especulaciones en torno a componendas de último momento para justificar determinados resultados, sean los que fuesen . Con la tecnología disponible eso no se justifica, con lo que las sabias y oportunas observaciones del editorialista son más que pertinentes y a tener muy en cuenta por todos los actores involucrados en el proceso. Así de sencillo y como debe ser.
En Venezuela, el CNE es un apéndice de el Ejecutivo. Lo ha demostrado hasta la saciedad. ES DE SUMA URGENCIA, RENOVAR A LAS AUTORIDADES ELECTORALES, POR UNAS VERDADERAMENTE IMPARCIALES.