Las enseñanzas del 23 de enero
En diciembre de 1957 la dictadura de Marcos Pérez Jiménez parecía más sólida que nunca, pues el 15 de ese mes se realizó un plebiscito con un ente electoral tutelado por el Gobierno militar, donde debía decidirse la permanencia en el poder del militar tachirense. La oposición llamó a la abstención ante la violación constitucional, pues lo que correspondía era una elección y como era de esperar los resultados fueron favorables al general.
Una Caracas con resaca es sacudida con una insólita noticia el primero de enero de 1958: El alzamiento de los oficiales de la Fuerza Aérea en la base de Boca de Río, cercana a Maracay, y del cuerpo de blindados del cuartel Urdaneta de Caracas, al mando del teniente coronel Hugo Trejo.
El alzamiento fue sofocado pero produce una crisis. Las fuerzas democráticas que lucían desesperanzadas ven una oportunidad y se activan, logrando el derrocamiento del tirano 22 días después.
Pompeyo Márquez, figura emblemática de la resistencia, decía que si le hubieran preguntado en 1957 si Pérez Jiménez sería derrocado el año próximo, habría dicho que era imposible, pero cuando ocurrió el primer alzamiento y la dictadura empezó a mostrar las grietas, las fuerzas civiles presionaron para forzar su fin. Entonces destacaba dos moralejas de aquella gesta: Las crisis pueden tener salidas inéditas y la necesidad de la unión de diversos factores por el objetivo superior.