Las amenazas se usan para generar terror
Una de las características de toda dictadura o autocracia es hacer públicas amenazas contra ciertas personas políticamente relevantes, para sembrar terror en quienes de una u otra forma, pública o privadamente, se oponen a ella.
Una vez sembrado el miedo, este se convierte en parálisis si personas consideradas fundamentales son arrestadas. El caso Navalny, en Rusia, es un ejemplo vigente.
Fue así como profundizaron Stalin y Hitler, que en el fondo no fueron otra cosa que anverso y reverso del mismo modelo cruel, asesino, implacable, que usaron sistemáticamente Fidel Castro y Augusto Pinochet.
Hoy, en Venezuela, observamos cómo un régimen que ha perdido el apoyo popular pisotea su propia Constitución y amenaza públicamente que pondrá preso a Juan Guaidó. Posiblemente lo hace creyendo por estar alineado con tiranías como Cuba, Irán y Rusia, lo que suceda en nuestro país, no tendrá consecuencias.
Sin embargo, algo se sale de ese rudimentario cálculo político, la posición de gobiernos que supuestamente eran amigos del régimen en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, los cuales exigen medidas para detener las violaciones de esos DDHH en la Venezuela actual. Mucho va a depender de los próximos pasos que de el Fiscal de la Corte Penal Internacional, porque sí se pasará a la próxima fase con citaciones en La Haya y el panorama internacional puede cambiar, los apoyos desvanecerse, los neutrales activarse y medidas más fuertes por parte de Estados Unidos ya no serían tan mal vistas.
Un error de cálculo en política suele ser fatal, pero la ignorancia y la prepotencia pueden serlo incluso más. Ojalá, para la paz y la posibilidad de recuperación de viabilidad de nuestro país, haya aún una luz de inteligencia en un régimen cada vez más desesperado, al cual pareciera no importarle sacudirse el manto de democracia con el cual ha venido disimulando, para asumir el de dictadura pura y dura.