La unión no es la fuerza, es el objetivo
El caldo opositor está morado porque hay demasiadas manos moviéndolo cada una a su aire, percepción y ambiciones, al punto que hemos llegado a la vergüenza de que la llamada opinión internacional no le pone oídos a la oposición, sino condiciones al gobierno. La oposición elevó al primer lugar a Juan Guaidó para después desgajarlo en posiciones diversas, cada líder siente que ya es presidenciable y su opinión la más adecuada mientras la cuarta parte del país escapa en busca de horizontes menos nebulosos.
Nos advirtió el propio Bolívar, ya a punto de morir, contra la desunión que nos hundiría, pero como unos y otros han hecho del Libertador un simple cúmulo de fechas y de frases y no el dirigente empeñoso que realmente fue, lo leemos (y no todos más allá de una reducida y caletreada guía memoria) pero no lo pensamos y mucho menos seguimos su pensamiento.
Decía el Cardenal Porras en su reciente Homilía en Valencia, que “el sol de Carabobo iluminó el camino de la patria naciente (…) para que la libertad y el bienestar colectivo hicieran posible la paz”. Porque es eso lo que hacemos los ciudadanos unidos en un propósito común, la libertad, el bienestar y la dignidad de todos. Tomar posiciones adversarias para lograr el propósito común filtrado por las ambiciones de cada uno, es el camino incorrecto, es la desunión como hipocresía de una unión que es imposible porque la unión es una o no lo es.