La ruta de la esperanza
Hay momentos en la historia de las naciones en las que sus poblaciones llegan a pensar o a sentir que no hay futuro, que la mala suerte o el destino se combinaron para inexorablemente llevarlos al abismo.
Así pudo ser la visión de los japoneses después de Hiroshima y Nagasaki, o la de los alemanes después de que Berlín cayó en manos del ejército rojo.
En nuestro país, el año pasado, la desesperanza era el sentimiento común y la única vía para paliarla parecía ser huir del país a como diera lugar para encontrar la esperanza en cualquier lugar del planeta.
Ahora, en 2019, los hados parecen lucir distinto. La esperanza renace en los rostros de todos y al fin avizoramos un camino viable que nos abre un joven, de la generación de 2007, y que comparten y compartimos muchos que estamos convencidos que la frase “si se puede” no es un mero recurso retórico.