La mejor jugada es la menos esperada
Todos anhelan una solución a la crisis que nos aflige hasta los cimientos. La demanda de un cambio de rumbo no solo proviene de los sectores opositores, sino que incluso dentro del propio régimen hay voces que claman por poner fin a la incertidumbre que nos paraliza.
Las fichas están sobre la mesa y se percibe que el juego está amañado. Cada día que nos acercamos al desenlace, se excluyen jugadores, como recientemente sucedió con Pérez Vivas, y se seguirá haciendo con cualquiera que amenace la posición de Maduro. Esta no es una partida de ajedrez, sino de truco.
Ante la inminente amenaza de que cualquier opositor de peso sea anulado, lo más sabio sería para la oposición, que cuenta con un respaldo popular abrumador hacia la candidatura surgida de las primarias, tomar medidas estratégicas. En primer lugar, una demostración de unidad entre todos los líderes de los partidos políticos democráticos, exigiendo con claridad y firmeza la participación de su candidata en las elecciones, con el fin de que estas sean reconocidas a nivel nacional e internacional como justas y libres. Si esta demanda se ve respaldada por movilizaciones populares a lo largo y ancho del país, será evidente que no se está jugando limpio.
En caso de que el régimen persista en excluir a la candidata de la oposición unida, quedan dos alternativas: convocar a un proceso alternativo en el que la mayoría de la población ratifique lo decidido en octubre pasado, o, en el peor de los casos, inscribir a un aspirante avalado tanto por la candidata, como por la Plataforma Unitaria.
Cualquier movimiento prematuro carecerá del entusiasmo y del respaldo popular necesario para garantizar que las elecciones sean verdaderamente libres y representativas de la voluntad del pueblo.