La Insensatez
No puede calificarse de otra forma la actitud de ciertos gobiernos, como la de Bashar al-Assad en Siria, quien creyó que podía someter a su pueblo mediante la violencia y la división. La insensatez, tal como se menciona en textos bíblicos, radica en el desprecio por la sabiduría y en considerar que el pueblo es tonto e ignorante; esta percepción errónea los lleva a pensar que pueden mantener el poder eternamente a base de miedo y condiciones de subsistencia. Sin embargo, hemos visto que todo tiene un límite, como ya sucedió en Siria y antes en Túnez, Egipto, Ucrania y muchos otros países. En algún momento, la población se cansa de la cruel opresión y se une para forjar un nuevo destino.
Quizás estos gobernantes nunca llegaron a comprender una lección fundamental: como bien dijo Talleyrand: con las bayonetas todo es posible, menos sentarse encima.
La historia no perdona a los insensatos; aquellos que creen poder controlar el destino ajeno mediante tácticas brutales están destinados al fracaso. La sabiduría reside en reconocer la voz del pueblo antes de que sea demasiado tarde: construir puentes hacia una sociedad más justa siempre será más valioso que erigir muros sobre bases frágiles sostenidas con miedo e incapacidad para dialogar.