Insólita reacción
Hace poco publicamos un editorial comparando la actitud de algunos dirigentes políticos opositores con el mito de Sísifo, siendo ellos los que se encargaban de hacer caer la roca cuando el ungido estaba llegando a la cima.
Ahora lo grave es que ese sentimiento se ha propagado a otros cuya única actuación es la de criticar todo lo que hace Guaidó.
Para ellos es criticable el hecho de que Guaidó no haya solicitado aún la intervención militar, que designe a personas para reunirse en Oslo y escuchar las sugerencias de los noruegos, que convoque a concentraciones, ya que a su juicio las marchas de nada sirven para sacar a Maduro. Incluso hay un personaje mediático que llega hasta el absurdo de solicitar su renuncia.
Puede que este sector, así como sus dirigentes, pese poco electoralmente, pero lo que si hacen es sembrar ruido en las redes sociales y se manifiestan públicamente como escépticos, y hasta hostiles, frente a los intentos de Guaidó de ampliar la base de sustentación de un eventual gobierno de transición.
Esa actitud ha sido recurrente en la historia venezolana, y en el siglo XIX fue la que hizo que no se aprobara el tratado Pombo Michelena y con ello perdimos más de un tercio de nuestro territorio y también logró que no se aprobara el acuerdo de Alejo Fortique sobre la delimitación con Inglaterra en Guyana, que nos hubiese otorgado el 95% del llamado territorio Esequibo.
Es también la misma actitud que en el siglo pasado adoptaron los llamados notables, que lograron defenestrar a Carlos Andrés Perez y con ella abrirle las puertas del país a Chávez.
Hoy el objetivo es el mismo acabar con nuestro Sísifo, pero tal vez sin percatarse que están abriendo espacio a algo aún peor que lo que hoy tenemos.