Huyendo del hambre
Tras un 2022 que generó un optimismo reservado sobre la situación económica y social de Venezuela, en el año en curso la crisis está golpeando duro a las familias y empresas del país, haciendo ver que aquello era sólo un espejismo.
De acuerdo con un análisis del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, durante el mes de julio una familia compuesta por cinco personas necesitó al menos 118,14 salarios mínimos para poder adquirir la canasta alimentaria familiar que ascendió a 592,27 dólares. Mientras que según los cálculos de Cedice, el costo de la cesta básica para una familia de tres personas llega a los 509 dólares.
No es de extrañar entonces las noticias que llegan de Panamá, donde el Gobierno está evaluando el cierre de la frontera con Colombia, porque se ha disparado las cifras de emigrantes que pasan por la peligrosa selva del Darién rumbo a los Estados Unidos.
Según las autoridades migratorias panameñas, 307.000 personas han cruzado la selva en lo que va del año, lo que constituye un récord. De ellos, más de 171.000 son venezolanos.
Son personas que huyen desesperadas del hambre y de la miseria y que aspiran ayudar a los familiares que se quedan. Una angustiante situación que parece no ser prioritaria para la élite política venezolana.