Gobernar se hace cada día más difícil
En la mayoría de los países democráticos, las discrepancias entre las aspiraciones divergentes de las organizaciones políticas y grupos de interés de la sociedad civil plantean un desafío considerable para los gobiernos. Este desafío se vuelve prácticamente insuperable, ya que intentar satisfacer las variadas opiniones predominantes en temas cruciales se convierte en una tarea monumental.
Temas como migraciones, calentamiento global, apoyo o no a partes en conflicto en diferentes países, política económica y monetaria para mitigar el impacto de la crisis económica, autosuficiencia económica, aborto, derechos LGTB, derechos humanos, protección ambiental, discriminación racial y oportunidades para las mujeres son solo algunos ejemplos de áreas donde la falta de consenso complica la tarea de cualquier gobierno democrático.
A diferencia de las autocracias, que imponen sus puntos de vista, en las democracias existe la incertidumbre sobre si las diversas perspectivas pueden resolver o empeorar las condiciones. Dado que resulta imposible satisfacer a todos, surge la pregunta: ¿qué enfoque deberíamos adoptar?
Una posible solución radica en promover el crecimiento económico sin descuidar a los sectores más desfavorecidos de la población. En otras palabras, se propone dejar de lado las ideologías rígidas en favor de un enfoque más pragmático. Esta aproximación busca encontrar soluciones realistas y efectivas, reconociendo la complejidad de los problemas y priorizando acciones que beneficien al conjunto de la sociedad.