¿Estaremos fuera de la era del conocimiento?
Si hay una verdad que no tiene atenuantes es que los países que progresarán son aquellos que se han insertado en la era del conocimiento y estos son los que desarrollan productos de alto valor agregado. En cambio, los países que siguen apostando su futuro en la producción de materias primas, o incluso de manufacturas básicas, quedarán inevitablemente rezagados en el concierto mundial de las naciones.
En Latinoamérica siguen creyendo que podrán crear prosperidad para sus pueblos vendiendo café, soya, cobre o petróleo y cuando más ensamblando piezas para las industrias manufactureras. Y parece que los Presidentes de estos países siguen viendo el futuro con el crisol del pasado, olvidando que a nivel del producto bruto mundial la agricultura pesa solo un 3%, e incluso la industria solo un 27%, mientras que los servicios representan ya un 70%.
Hoy, los países más prósperos son los que han potenciado el trabajo mental por encima del manual, por eso es que entre estos están países como Finlandia, Singapur, Taiwán e Israel, que carecen de materias primas, mientras que, por ejemplo, la Venezuela de nuestros días depende, casi exclusivamente de la exportación de un mono producto, el petróleo, y ha descuidado de manera criminal la formación del capital humano altamente calificado.
Es tan cierta esta tendencia que las empresas que en la actualidad tienen un mayor producto bruto son precisamente aquellas que producen tecnología o servicios como puede ser el caso de Apple , Google y Amazon.
Si los dirigentes políticos venezolanos no entienden que nuestra supervivencia como nación no depende del petróleo sino de la excelencia en la educación de los venezolanos, seguiremos decayendo y nuestras inmensas reservas petroleras quedarán como una oportunidad perdida, al no haberlas utilizado para potenciar al máximo el capital humano de nuestro país.
No se puede negar que nuestro país se va quedando rezagado en comparación con l resto del mundo y hasta de nuestro continente. Ha privado en los últimos años el ´´musculo´´ sobre la ´´razón´´ y el valor de lo intelectual y el conocimiento científico – técnico ha quedado relegado a un tercero y hasta cuarto plano. No hay duda que la injerencia de lo político sobre todos los ordenes de la vida ciudadana han terminando afectando hasta la academia y el cambio generacional no ha encontrado el relevo adecuado ni en cantidad ni en calidad. Se ha creado una ´´tierra de nadie´´ y un vacío intra y extra institucional, cuyas consecuencias no han sido debidamente estudiadas, pero cuyos efectos se hacen notorios por la ausencia de soluciones en el corto y mediano plazo.
El intelecto emigra en búsqueda de mejores condiciones de vida y mejores ingresos, pero va a llegar el momento en que ya no serán tan apetecidos nuestros profesionales y técnicos, porque el estancamiento en la producción de los mismos está siendo progresivamente detenido. Es lo que sucede con los egresados de las ´´bolivarianas´´, que si no es el Estado quien los contrata, nadie desea hacerlo pues es evidente su falta de calificación. Y hasta es posible que donde destaquemos sea en el mundo de los deportes o en otros tipos de actividades reñidas con la ley y las buenas costumbres. Y es que parece ser que el único registro que crece vertiginosamente, son las solicitudes de aprensión por parte de la Interpol para con una lista de compatriotas que crece día a día.
En el futuro habrá que darle un giro radical a la formación del capital humano y desarrollar un nuevo tipo de profesional acorde a los requerimientos del aparato productivo público y privado e independientemente de la ´´cosa´´ política. Y es que el venezolano tiene la suficiente predisposición natural (chispa, velocidad) para aprender rápido y adaptarse a todo tipo de situaciones por adversas que estas sean. Buscar talentos, dotarlos de educación de calidad, captarlos, impedir que emigren y darles la oportunidad de destacar por méritos propios y no por asignarle cargos a dedo o de conveniencia, Es cuestión de cambiar nuestra mentalidad y entrar de lleno en la actividad creadora y productiva, sin complejos, con ganas de trabajar y aportar lo mejor de sí para el propio bien y el de los demás.
Desarrollar una cultura no petrolera, hacer como si no existiera, sería un buen punto de partida. Solo así pudiésemos romper con esa dependencia extrema que ha permitido hacer de esa materia prima la causa de la afectación de todo un pueblo y su historia contemporánea, porque nos acostumbramos a recibir del Estado todo lo que necesitábamos y vivir tranquilamente de una renta que no dependía de nuestro propio esfuerzo. Esos paradigmas hay que derrotarlos y reemplazarlos por los verdaderos valores de toda sociedad moderna. Competitividad, trabajo, eficiencia y producción. Son las llaves del éxito de los países mencionados en el EDITORIAL de hoy y que podemos emular si nos lo proponemos. ¡ El venezolano puede con eso y con mucho mas !. Manos a la obra que para mañana puede ser muy tarde.