Escalante y Edmundo
Por las vueltas del destino o el comportamiento cíclico de la historia –según la lectura esotérica o científica- Venezuela se vuelve a encontrar en un momento crucial.
En 1945, una sociedad entera clamaba por los cambios. La desconfianza mutua entre el Gobierno del general Isaías Medina Angarita y el nuevo partido Acción Democrática, que conquistaba con mayor fuerza el respaldo de la gente, tornaba el ambiente de gran tensión.
Surgió entonces un nombre como una figura conciliadora. Un diplomático, embajador en Washington, que concitó la confianza en el medinismo y los adecos. Diógenes Escalante se llamaba aquel ilustre personaje, que solo debía esperar la fecha para ser electo por consenso. Pero de forma inesperada su salud mental se deterioró y no pudo asumir la responsabilidad.
Sin encontrar una nueva figura de consenso, los sectores de AD se confabularon con militares jóvenes para dar un golpe de Estado el 18 de octubre de ese año, situación que al final no terminó bien, porque abrió el camino a la dictadura perejimenizta.
Ahora, otro diplomático, Edmundo González Urrutia, echa mano de la reconciliación como principal propuesta, entendiendo que es necesaria una transición pacífica donde todos puedan coexistir. Ojalá su discurso de amplitud sea aceptado con generosidad por todos los actores políticos e institucionales, porque la sociedad entera, también en este momento, clama por el cambio.
Edmundo Gonzalez Urrutia de ilustre desconocido pasa a ser el abanderado de la esperanza. Es un hombre de solida formación. Inspira la confianza del profesional experimentado, del diplomático astuto, del hombre honesto. Ojalá con el y el equipo que está atras de él se pueda lograr un cambio importante hacia el retorno de la democracia a nuestro vapuleado pais.