Enfrentar al crimen organizado, tarea ciclopea
La lucha contra el crimen organizado se ha vuelto cada vez más compleja, ya que éste encuentra numerosos nichos lucrativos en los cuales puede prosperar e incluso establecerse de forma permanente. Esto es especialmente notorio en países con estructuras institucionales frágiles, o en ocasiones, prácticamente inexistentes.
El crimen organizado opera en una amplia gama de áreas y su alcance se extiende por gran parte del mundo. Este fenómeno no es nuevo en la historia de la humanidad; recordemos la importancia que tuvo el negocio de la esclavitud y, más recientemente, la era de la prohibición en los Estados Unidos a principios del siglo pasado.
Es bien sabido que, a medida que se prohíbe algo, el riesgo se convierte en un incentivo, ya que aumenta el margen de beneficio para quienes se involucran en estas actividades ilícitas. Numerosas personalidades se han enriquecido mediante esta lucrativa actividad, y en muchos casos han llegado a ocupar posiciones influyentes en sus respectivas sociedades.
Hoy en día, este flagelo abarca no solo el tráfico de estupefacientes, sino también la trata de personas, el tráfico de órganos humanos, la minería ilegal, el tráfico de armas, la explotación de la trata de blancas, la migración ilegal y la falta de una cooperación internacional efectiva para combatirlo. Esto permite que la actividad ilegal no sólo prospere sino que en muchos casos cuente con el respaldo de autoridades locales e incluso nacionales.
La situación se agrava en países como el nuestro, que tienen fronteras permeables y atraviesa severas crisis humanitarias, lo que hace que estas actividades sean aún más atractivas. La única manera de abordar adecuadamente este desafío es a través de gobiernos honestos y responsables que estén dispuestos a enfrentar estas actividades con políticas conjuntas y efectivas, preservando así la viabilidad de su existencia como estados soberanos.
El flagero del manejo de elementos estufentacientes se ha presentado al estilo del delito en Chicago. Nuestro país padece del delito y el régimen ha utilizado el medio de los negocios, sin que el régimen haya tratado de evitarlo.
En el fondo está la pobreza de la población mientras se ignora el avance que ya tiene casa propia.
Todo cae en el silencio en el poema de la pobreza.
Saludos
Venezuela es un país gobernado por una corporación del crimen. Debilitar la delincuencia en nuestro país pasa por el alto gobierno, enriquecido a costa del hambre del pueblo, los militares y policías de alta y baja jerarquía y la aplicación de la ley, imposible, porque los jueces y fiscales reciben directrices de Miraflores, de la Asamblea Nacional (Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez) y de los mandos militares.