¿Elecciones sin condiciones?
Suponiendo que las ilegítimas elecciones regionales convocadas por el régimen sirvieran para desbloquear la situación política y fuesen parte de un calendario electoral a ser negociado, con la debida observación y aprobación de la comunidad internacional, pudiera llegarse a pensar en participar, pues como dijo Enrique IV rey de Francia: París bien vale una misa.
Sin embargo, allá existían condiciones para poder asumir el trono. Aquí no hay condiciones y las pocas que podían haber fueron pateadas por Maduro al cancelar su oportunidad de sentarse en una mesa de negociación moderada por los noruegos y tutelada por la comunidad internacional, al menos por ahora.
Entre las condiciones necesarias para la celebración de elecciones libres es fundamental la observación internacional y esta, para que sea efectiva, requiere al menos estar presente en el país 6 meses antes del acto electoral y ya faltan solo 5 meses para que concluya el año. Otra, no menos importante, es la liberación de los presos políticos y la eliminación de las inhabilitaciones, eso no sólo no se ha hecho, sino que más bien ha aumentado el número de presos políticos. Tampoco permiten actos de proselitismo político y mucho menos existe libertad de expresión en los medios de comunicación. Hasta la fecha no se sabe a quién le darán la tarjeta unitaria que había sido inhabilitada ¿Se la darán a los alacranes que se cogieron las tarjetas y símbolos de los partidos democráticos o a sus legítimas autoridades?
¿Para qué seguir ahondando en ese tema, si ya de antemano se sabe que esas elecciones no serán libres y que no existe ninguna garantía de que participando en ellas se vayan a reconocer resultados adversos?
A pesar de todo, creemos que no resulta descabellado, tal como lo mencionó en un artículo el padre Ugalde, plantearse la posibilidad de usar ese ilegítimo espacio como una oportunidad de enfrentar políticamente al régimen y que, en ese supuesto, todos los partidos de oposición se incorporasen a la tarjeta de la manito para desafiar al régimen, tal como lo hizo Jóvito Villalba en 1953.
Pienso, igual, agregando que no se ha definido, por lo menos no al público, cómo se come eso de acompañamiento internacional y que el chavismo no considera injerencista. Saludosky
Lo que tampoco está claro es con aquello de el «acompañamiento internacional», ¿cómo se come eso?. Saludosky