El mundo avanza, América Latina se estanca

El mundo está cambiando. Somos testigos de realineamientos estratégicos, nuevas alianzas y transformaciones en algunas de las principales potencias, sin embargo, América Latina sigue atrapada en ideologías obsoletas y en una arraigada incapacidad para superar el estatismo decimonónico que impide su consolidación como alternativa frente a Estados Unidos, la Unión Europea y China.
Si los países latinoamericanos comprendieran el potencial de una verdadera unión, podrían constituir la tercera potencia económica mundial, con un PIB cercano a los 7 billones de dólares y una población de 660 millones de habitantes. La región posee el 40% de las reservas mundiales de litio, vastas reservas de petróleo y gas, un enorme potencial hidroeléctrico, las mayores reservas acuíferas del planeta y una ubicación geográfica privilegiada con acceso a ambos océanos. Además, comparte una base lingüística común con el español y el portugués, lo que facilitaría la integración.
¿Por qué, entonces, con semejante riqueza y ventajas, América Latina no ha logrado consolidarse como un bloque de poder? La respuesta radica en la fragmentación ideológica, la profunda desigualdad social, la corrupción endémica y una infraestructura deficiente.
Si nuestros líderes comprendieran esta realidad y promovieran la creación de instituciones sólidas capaces de gestionar una integración económica y política sostenible, América Latina podría emerger como un actor clave en el escenario geopolítico global. Pero mientras continuemos anclados en el pasado, el mundo seguirá avanzando sin nosotros.