El futuro de nuestra industria petrolera

El discurso oficial se ha regocijado en los últimos 20 años sobre las enormes reservas de petróleo en el subsuelo venezolano y justo en estos momentos es menester que los venezolanos repensemos el futuro de esta industria que en el pasado nos llenó de orgullo y que hoy luce quebrada y espoliada por la corrupción.

En mayo de 1963 dos ilustres venezolanos coparon la atención al debatir frente a las cámaras de televisión su opinión de lo que debía hacerse con la industria petrolera del país. Juan Pablo Pérez Alfonso, padre de la OPEP, fiel defensor de la idea de no más concesiones a las trasnacionales, del control de la industria por parte de los venezolanos y de no sobreexplotar los recursos, pues la inmensa cantidad de divisas que entrarían al Estado generarían luego una descomposición socioeconómica; y Arturo Uslar Pietri quien creía que había que explotar el petróleo con la ayuda del capital extranjero y usar los recursos para impulsar otras áreas de desarrollo económico, lo que llamó “sembrar el petróleo”.

Pronto se cumplirán 60 años de aquel debate con un tema que luce cada vez más trascendente, pues por los momentos, Venezuela constituye un territorio con abundantes recursos petroleros lleno de gente pobre. Así lo evidencia Marianella Herrera, médico, profesora e investigadora del área de salud del Centro de Estudios del Desarrollo de la UCV quien recientemente comentó que alrededor de 800.000 niños menores de 5 años estarían en riesgo de desnutrición en el país. Pero el hambre campea abiertamente en todos los rangos de edad.

El futuro del petróleo luce limitado cada vez las regulaciones ambientales empujan hacia el fin de su uso. Por ejemplo, las principales potencias del mundo se han comprometido con abandonar el uso del combustible fósil en los automóviles, y han dictado regulaciones para paralizar su producción. 2050 es el año que se ha colocado como meta para lograr cero emisiones de gases contaminantes en el planeta. Esto significa que muy probablemente la mayor parte de ese recurso se quedará en el subsuelo venezolano, mientras más de una generación se habrá perdido con los rigores de la pobreza. ¡Es momento de reconfigurar la ruta y actuar ya!