El escorpión y la rana
La situación económica de Venezuela es insostenible. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional padecemos la mayor inflación del mundo, la mayor contracción económica del planeta, el mayor nivel de desempleo de Latinoamérica y estamos muy cerca, según ACNUR, de encabezar la lista de países con mayor número de migrantes. Estima el FMI que en el 2020 nuestro PIB caerá un 15% adicional en tanto que la inflación será del 15.000%. Por su parte, la CEPAL calcula en 18% la caída del PIB. En apenas 6 años nuestra economía se ha diluido en un 75% y la inmensa mayoría de nuestras industrias han sucumbido a la revolución. También los sectores agrícola, comercial y financiero. Con base a informaciones del World Food Programme, rama de las Naciones Unidas encargada de la asistencia en materia de alimentación, Venezuela aparece entre los cinco países del mundo en riesgo de caer en una situación de hambruna (los otros son Yemen, la República Democrática del Congo, Sudán del Sur y Afganistán).
Frente a esta catástrofe el régimen se vio obligado a repensar muchas de sus actuaciones y estrategias y, durante el último año, adoptó algunas medidas que parecían estar dando algún resultado. Entre esas medidas cabe mencionar una liberación parcial del control de cambio y de precios. Le pidió a los particulares que utilizaran sus propios dólares para importar los bienes que se requerían en el mercado, en especial alimentos, e incluso los exoneró de aranceles por un tiempo.
El resultado fue inmediato. Se llenaron los anaqueles y una variedad de productos que hace tiempo no veíamos en el país volvieron a aparecer. El dólar, tan satanizado por la revolución, vino a reemplazar a nuestro signo monetario destrozado por años de barbarie económica, indisciplina fiscal y dogmatismo político.
No se trataba de una dolarización convencional en la cual el BCV hubiera entregado dólares de sus reservas a cambio de bolívares en poder de los ciudadanos, los cuales se hubieran retirado de la circulación. Se trató de un fenómeno “sui generis” en el cual no siempre se conoció muy bien el origen de los dólares que circulaban y donde progresivamente comenzó a dolarizarse el consumo, pero no necesariamente el ingreso. Los dólares provenientes de transferencias que hacían a sus familiares los venezolanos que migraron llegaron a jugar un papel cada vez más importante.
No fueron pues mecanismos del todo ortodoxos en materia de política económica ni monetaria los que se estaban aplicando; sin embargo, surgió una esperanza de que las cosas podrían mejorar y se empezó a hablar de una suerte de mini boom que entre otras cosas propició la aparición de bodegones en varios sitios del país. Incluso las encuestas mostraron una mejoría en cuanto a la largamente deprimida imagen política del régimen y del mandatario.
Pero, apareció la pandemia y se fue Rosneft (que compraba el 60% del petróleo que exportábamos y coordinaba la importación de la gasolina que ya no producíamos). Todo se vino pique y una vez más se puso de manifiesto la naturaleza del régimen que, por un momento, pareció buscar el apoyo del sector privado.
Vale la pena recordar la fábula de Esopo sobre el escorpión y la rana:
«Un escorpión le pide a una rana que lo ayude a cruzar el río. La rana accede, pero a mitad del río el escorpión la pica. ‘¿Cómo has podido hacer algo así?’, dijo la rana, ‘ahora moriremos los dos ahogados’, ante lo que el escorpión le responde: «No he tenido elección; es mi naturaleza».
Efectivamente, fue la naturaleza del régimen la que lo llevó a tomar las medidas adoptadas contra Coposa y contra Alimentos Polar. También a aplicar una regulación de precios, curiosamente en dólares. Quizá asfixiado por la situación económica descrita al principio de estas líneas, quizá temeroso por las crecientes amenazas que provienen del exterior, quizá incapaz de atender el suministro de alimentos a través de los CLAP o quizá simple y sencillamente porque es su naturaleza, el régimen ha vuelto a las andadas.
Ojalá que la rana, que ya cuenta con un cierto grado de inmunización por tantas veces que la ha picado el escorpión, podrá llegar a la orilla y reponerse. Por otra parte, muchos creen que al escorpión se lo va a llevar la corriente del río.
José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica
Los privados deben prepararse para una nueva arremetida gubernamental que, retoma las experiencias pasadas de cerco y aniquilamiento, pues su talón de Aquiles, la gasolina, va camino a sobrellevarse y se siente fortalecido con cumplir con el simbólico gesto de un incremento salarial. Vendrán de nuevo, pues, las colas y la escasez, ya que con el beneficio del COVID 19 resulta muy peligroso participar en movimientos de masas por lo de esa peligrosa pandemia. De todos modos, hubiese sido conveniente el haber visto algo de calor humano y solidaridad de los empresarios y mercaderes para con el hambriento pueblo, y no tener que sufrir el paso de los mini saqueos a los macro saqueos que, tanto gusta estimular el gobierno y proteger con los colectivos armados. Máxime, cuando el Diosdi saliva cuando le hablan de Polar y se convierte en un escorpión falconiano, cuando escucha el nombre de Lorenzo Mendoza ; olvidando que, si bien la empresa es heredada, él puso lo suyo – no para sacarle el jugo y arruinarla -, como los chavistas hicieron con Venezuela, sino que la hizo crecer en tamaño y rentabilidad. Así que, no parece probable que alcancen tal cometido, solo porque Mr.Trump haya puesto a la gente a digerir Pinolín o meter un tubo catódico encendido en las entrañas para matar al virus COVID 19 o simplemente, porque la mitad de la flota caribeña esté infectada de proa a popa del coronavirus y los marines haya tenido que regresar a puerto. Al fin y al cabo que, no tenemos que seguir al pie de la letra lo que el orate quiere que hagamos y en último recurso, ya tenemos la civilización extraterrestre sideral que, por milenios ha visto pasar las civilizaciones terrestres, creación de religiones, dioses, santos y sobre todo, las miles de guerras que han finalizado y recreado nuestra humanidad, una y otra vez. En fin que, todo esto que ha ocurrido, no es por una maldad casual o algún tipo de enfermedad patógena: ES SIMPLEMENTE QUE RESPONDEN A SU NATURALEZA, NO SOLO PARA HACER LO QUE HACEN, SINO TAMBIÉN PORQUE DE ELLA SE DERIVARÁ SU DESAPARICIÓN Y MUERTE, TANTO DE LA RANA COMO DEL ESCORPIÓN. TODOS A SU TIEMPO.
Bueno muy interesante Estimado Jaime. A la analítica Editorial de José Toro Hardy, El Escorpio y la rana mejor imposible pues así de lógica es la cosa un desgobierno cuya ambición de controlar y tener hasta destruir lo ha llevado a lo excesivo de este empacho, adueñarse y destruir sacar sus maldad si importarles hasta sus propias circunstancias que los mantienen a flote,