El domingo no es el final
El 28 de julio no es el final, sino el principio de un largo camino para recuperar la libertad y la democracia en nuestro país. No debemos considerar lo que ocurra ese domingo como algo definitivo, sin importar el resultado que se anuncie a la población y al mundo.
Si se cumple lo que indican los sondeos de opinión y el deseo, prácticamente unánime, de cambio que se observa a lo largo y ancho del país se convierte en una realidad formalmente aceptada, estos cambios no se producirán de inmediato. Quedará por recorrer un largo y venturoso camino de seis meses. Esto no significa que las circunstancias y las negociaciones no tendrán un impacto inmediato.
Si, por el contrario, ocurre lo opuesto, también se abrirá otro camino: persistir en la lucha hasta alcanzar el restablecimiento de la democracia en Venezuela. Será una tarea ardua, ya que habrá que enfrentar un poder que busca negar esa posibilidad. Sin embargo, a la larga, la realidad se impondrá porque intentar frenar las aspiraciones y deseos de la inmensa mayoría de los venezolanos es como pretender tapar el sol con un dedo.
En cualquier circunstancia que surja este domingo, lo único que no desaparecerá es la necesidad y la voluntad de cambio a la que aspira la inmensa mayoría de los venezolanos.