El ciclo perpetuo de la corrupción
Una gran mayoría de los países que aún no logran superar un estado de desarrollo precario se enfrenta a la corrupción sistémica, en la que sus gobernantes consideran que el acceso al poder les otorga un permiso tácito para apropiarse de los bienes públicos. Muchos de estos líderes, especialmente aquellos del ámbito militar, ven en la corrupción una vía para enriquecer sus vidas, al no haberlo logrado a través del trabajo honesto y productivo.
Este comportamiento da origen a un círculo vicioso que eleva el costo de la inversión y, como consecuencia, disminuye su atractivo, ya que los empresarios enfrentan costos operativos adicionales por tener que pagar sobornos para obtener permisos y licencias, generando así un clima de incertidumbre y desconfianza. La corrupción también se traduce en un recorte del gasto público en sectores cruciales como la salud y la educación, lo que perpetúa la pobreza y limita el desarrollo social.
Por último, la corrupción también incide negativamente en la recaudación fiscal, al fomentar el crecimiento de la economía informal, que escapa a la supervisión y control del Estado.
Estas problemáticas han sido objeto de un análisis profundo por parte de los recientes laureados con el Premio Nobel de Economía, quienes concluyen que la fragilidad institucional y la corrupción son las principales barreras para el crecimiento sostenible en muchos países del llamado Tercer Mundo.