El camino al siglo XXI
Venezuela ha sido arrastrada a lo peor del siglo XIX. Ahora, como entonces, el país está desmembrado y en manos de caudillitos locales, algunos de los cuales visten un uniforme militar que cada de día se parece más al de las montoneras, que al ejército nacional que fundó en el siglo XX Juan Vicente Gómez y que articuló Eleazar López Contreras. Otros son caciques de las tribus delincuenciales que existen desde Caracas hasta el interior del país y quienes las comandan consideran honroso ser llamados pranes, aunque lo que en realidad son es hampa común promovida y luego temida por algunos jerarcas del califato, que hoy asume “formalmente”, aunque ilegítimamente, el control del aparato represivo del país.
También campean, a sus anchas y en gran parte del territorio nacional, los disidentes de las FARC y el ELN quienes, a su vez, tienen acuerdos sectoriales con comandantes militares. Y, por supuesto, también tienen acuerdos lucrativos con algunos carteles, tanto colombianos como mexicanos.
Todo ese caos puede beneficiar económicamente a algunas personalidades prominentes del régimen pero, ciertamente, no aseguran que Venezuela se pueda insertar en el siglo XXI y, por lo tanto, no podrá ser viable como nación, a menos que el país sano o lo quede de él entienda que hay que hacer lo que sea, en concordancia con nuestros amigos de la comunidad internacional y de la Iglesia, para construir hipótesis que preparen el camino para una solución política a la crisis venezolana.
La discrepancia, la desunión, las ambiciones mediocres de quienes creen que tienen posibilidades, aunque sólo sean en sus cabezas. Las maniobras divisorias que articula el mejor operador político del régimen y a las que se pliegan consciente o inconscientemente, políticos, empresarios y algunos ingenuos, son el caldo de cultivo que propicia que se mantenga el caos, elemento esencial de la permanencia del status quo en el que vivimos hoy en día.
Si queremos volver a ser país tenemos que cortar el círculo vicioso que nos está asfixiando y luchar por un verdadero acuerdo de salvación nacional, sin mezquindad y con mentalidad abierta.
