El avión, el avión
El caso Snowden tiene muchas aristas, como lo ha demostrado el deseo de Putin de sacudírselo de encima, o de pronto la prudencia manifiesta de Correa después de haber sostenido una conversación telefónica con el vicepresidente norteamericano Biden que dio lugar a unas destempladas declaraciones de Assange el de Wikileaks.
Los países europeos que no permitieron el aterrizaje del avión presidencial de Bolivia deben tener pruebas suficientes de que en él iba de contrabando el espía norteamericano. Francia, Italia, España y Portugal no se caracterizan por tomar acciones precipitadas en materia tan sensible como las relaciones diplomáticas, si adoptaron unánimemente por esa decisión debe ser porque alguien ¿ los rusos? Le informaron que en esa aeronave iba Snowden, un prófugo indocumentado de la justicia norteamericana.
Que las causas contra ese ciudadano sean o no aceptables, que sean condenables las escuchas telefónicas que atenten contra el derecho a la privacidad no es lo que está de verdad en juego en esta oportunidad, porque precisamente los países que pretenden hacer uso político de esta anómala situación no se caracterizan por ser ejemplo de respeto al derecho a la privacidad de sus ciudadanos y mucho menos a la plena libertad de expresión.
Para ciertos gobernantes lo único que cuenta es cómo sacarle punta a los errores o prepotencia del imperio como si fuese esa una oportunidad dorada para ganarle una batalla, pero como bien dice el dicho popular quién tiene techo de vidrio no le echa piedras al vecino.