El absurdo se aferra al poder
¿Cómo podremos explicarle a nuestros nietos que en Venezuela existió un régimen donde el salario mínimo y las pensiones apenas llegaban a dos dólares al mes? ¿Cómo les diremos que más de mil venezolanos inocentes fueron encarcelados y convertidos en presos políticos, simplemente por haber colaborado con el triunfo del candidato opositor el 28 de julio de 2024?
También tendrán que escuchar, con asombro, que Venezuela, en su momento, llegó a producir 3.5 millones de barriles de petróleo al día y tenía planes para alcanzar los 5 millones, pero que la llamada revolución bolivariana frustró ese futuro. Ahora, con suerte, apenas rozamos el millón de barriles, y todo indica que la producción seguirá en caída libre.
En el siglo XX, no había crisis hospitalaria ni educativa. Venezuela no era un país de emigrantes, sino de oportunidades: miles de hermanos latinoamericanos venían aquí en busca de un mejor futuro.
Hoy, la insensatez se aferra al poder. Pretender que el país puede sostenerse bajo estas condiciones es como permanecer en un barco que se hunde sin remedio, dirigido por quienes no saben navegar y lo conducen, inexorablemente, al naufragio.
