Cambiar la narrativa
La existencia de ideas preconcebidas ha sido uno de los obstáculos que ha dificultado nuestro progreso hacia el futuro. Estas ideas, convertidas prácticamente en clichés, se han repetido de manera inconsciente a lo largo del tiempo.
La más antigua de estas concepciones es la afirmación constante de que somos una tierra de gracia. Esta creencia nos lleva a considerarnos excepcionales, pero no nos impulsa a demostrarlo realmente. Otra limitación que nos retiene es nuestra arraigada conexión con un pasado mítico de nuestra historia nacional. Pareciera que nuestra identidad depende en gran medida de emular de manera acrítica a figuras como Bolívar y los héroes de la guerra de independencia. Un ejemplo palpable de esto es que somos el único país en el mundo que lleva el nombre de un hombre en su moneda de curso legal, así como en la definición de nuestra República.
Otro cliché perjudicial es la idea errónea de que somos un país rico. La verdadera riqueza de las naciones no se encuentra en los recursos del subsuelo, sino en la creatividad y el trabajo productivo de su población.
Para abordar estos desafíos de manera positiva, es imperativo relegar nuestro pasado a los libros de historia y reconocer que como venezolanos podemos alcanzar mucho más construyendo un país grandioso a través del trabajo creativo de todos nosotros. La verdad es que somos un pueblo inteligente, laborioso, amable y generoso. Solo necesitamos seguir el sabio consejo de CAP: «manos a la obra».
