Asesinos de Trinidad & Tobago
Porque eso fue lo que hicieron, asesinar. Plantaron un moderno patrullero de costas, armado y sólido, a enfrentar a un pequeño bote tipo “peñero” flotando con esfuerzo, cruzando de Delta Amacuro a Trinidad cargado de migrantes venezolanos que se lanzaban a un mar peligroso en busca de la dignidad y las oportunidades que su país, envuelto en revoluciones, codicias y desaciertos, ya no les ofrecía -y sigue sin ofrecer- y soñaron encontrarlas en Trinidad.
Pero allá no los quieren a ellos porque no quieren a los venezolanos, y los devolvieron a tiros, así de simple, así de despiadado. No fue una batalla naval, no fue un desembarco invasor, el Día D de Trinidad & Tobago fue un niño muerto y su madre herida a balazos. Y con respaldo de su Gobierno, activo y ceñudo frente al silencio cómplice de Miraflores.
Es la suerte de los venezolanos de hoy, odiados por todos los minipaíses angloparlantes y devotos de la Reina de Inglaterra, ignorados por el régimen interno por cuyos errores los venezolanos se ven en la necesidad de buscar sus vidas en otras partes, con sus hijos a cuestas.
El bebé muerto es otro mártir inocente, el régimen castromadurista es el imperio en decadencia, la Guardia Costera y el gobierno de democracia que circula por la izquierda son los que se hacen asesinos por vanidad personal. Viejo complejo que ha llevado a muchos pueblos a grandes errores en la historia. Y los errores humanos, tarde o temprano, se pagan.