El Editorial

¿Acaso nos conformaremos con esto?

Afortunadamente, más allá del impacto inmediato, la jornada de la Consulta Popular dejó traslucir la existencia de un movimiento subterráneo de venezolanos que no se resignan a aceptar como un hecho irreversible la subsistencia de algo, que no podemos calificar como régimen, sino más bien como un accidente histórico.

Es cierto que algunos, que en su día fueron opositores, creyeron que les iría mejor incorporándose al esquema fraudulento y tramposo ideado por Maduro y su combo, pero como dice el dicho, fueron por lana y terminaron trasquilados. Allí vieron, en carne propia, como no rinde dividendos pactar con el diablo.

Ahora ¿que nos queda después de la farsa del 6D? Una poblada de dizque diputados, que no cabrán en el Hemiciclo del Parlamento y que no tienen más méritos que haber sido ungidos por el dedo de esa versión actualizada del Rey Ubu en que se ha convertido Maduro, aunque tal vez le calce mejor el simil del Rey del cuento de Hans Christian Andersen.

Las diversas crisis no sólo no se han detenido, sino más bien se han agravado después del 6D. La errática política sanitaria de permitir, por razones puramente políticas, un mes sin cuarentena, ya está produciendo las inevitables consecuencias de una aceleración en el ciclo de la pandemia.

La estampida migratoria se incrementa en un dramático sálvese quien pueda, que podría terminar, lamentablemente, en una tragedia como la de Güiria.

La hiperinflación galopa a paso de vencedores y el bolívar desapareció de nuestros bolsillos, siendo sustituido por un dólar cuya denominación común arranca con diez.

Los espacios aéreos se cierran caprichosamente, castigando lugares en los que sus gobiernos se han atrevido a denunciar la putrefacción del régimen, así que, por ahora, solo se puede volar a México, Bolivia y Turquía.

El crimen organizado -o desorganizado- campea a sus anchas, quitándole a los empobrecidos venezolanos lo poco que les queda.

Pero lo bueno es que con todas estas tragedias acumuladas, y más allá de las voces agoreras y resignadas Venezuela alzó la mano y dijo No, no nos conformamos con esto, no queremos ser una copia al carbón de Cuba y queremos unirnos para salir de esto e inventar un nuevo país en el que podamos, juntos, crear un espacio amable en el que demos rienda suelta a nuestra imaginación creativa y hagamos de Venezuela el gran país que todos soñamos.

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