Un civil como Ministro de la Defensa ¿Está Venezuela preparada?
Un país que contempla algo mucho más novedoso como podría ser elegir a una mujer como Presidente de la República, debería estar preparado para tener un civil como Ministro de la Defensa, aunque creo más fácil lo primero que lo segundo. Escribir sobre este tema en un momento en que el país atraviesa uno de sus peores momentos, donde la desesperación colectiva de una pobreza masificada contrasta con la opulencia de un Estado rico e incapaz , parecerá superfluo, pero el rol creciente y determinante de las fuerzas armadas en aspectos que en otros Estados es materia de la competencia civil están abriendo grietas muy profundas en el país que es fundamental comenzar a discutir para corregir el rumbo.
Me voy a permitir esquematizar algunas ideas de la importancia de ponerle fin a la tradición de los ministros militares-sirvan o no- que no nos sirve desde hace rato para manejar la seguridad de nuestra nación. Veamos:
La creciente presencia militar venezolana en las fronteras con Colombia ha creado condiciones como para que un incidente militar en la zona genere situaciones irreversibles que comprometan al Estado venezolano en acciones donde el poder civil no ha tenido la oportunidad de actuar. De hecho, un sargento o un teniente venezolano en la frontera puede hoy ser de facto el principal ejecutor de la política exterior con Colombia. Las relaciones fronterizas tan vitales en nuestras relaciones con nuestros vecinos están siendo hoy conformadas con un acento militar que es necesario comenzar a vigilar con atención por las consecuencias globales que sin la menor duda generarán en nuestro futuro mediato. Así como la guerra contra las drogas no se gana solamente con la represión, la seguridad de nuestro territorio no se alcanza solo volando en helicópteros o en F-16.
Asomo apenas esta breve anotación sobre un tema que comienza a arropar a toda nuestra nación con una carga de altísima peligrosidad pero que sin embargo se maneja como si se tratase exclusivamente de un tema de interés militar. Evidentemente este es un asunto para otras reflexiones que van más allá de lo que pretendo con estas notas que es el de insertar el punto específico de un civil como ministro de la defensa dentro de un contexto mayor donde realmente debemos apuntar : el tema de la seguridad y del nuevo rol de las fuerzas armadas en una sociedad más democrática y cambiante, no olvidando que una armónica relación civil-militar es un elemento fundamental de la seguridad nacional . Este es un tema que el Profesor de Harvard Samuel P. Huntington trató magistralmente en su libro » El Soldado y El Estado: Teoría y Política de las Relaciones Cívico-Militares», al igual que en sus escritos previos «El Control Civil y la Constitución, y El Control de los Militares: Un Planteamiento Teórico. Siguen unas reflexiones preliminares, como pensando en voz alta, que solo pretenden contribuir a agitar ideas alrededor de este tema.
La responsabilidad fundamental de las Fuerzas Armadas
Las Fuerzas Armadas, tienen como tarea nada menos que preservar la integridad y seguridad del Estado. Esta es sin dudas una actividad política de la mayor transcendencia . No debemos incurrir entonces en la contradicción flagrante de confiarle un rol tan político como ese, y luego negarle carácter político a la institución.
Mi experiencia me indica la conveniencia de que las Fuerzas Armadas participen en la toma de las decisiones cruciales del Estado. Las Fuerzas Armadas están mental y organizativamente preparadas para cumplir un rol de suma importancia en lo económico y en lo social ; y por eso es necesario concederles la participación que reclaman, no para recortar la democracia, sino para profundizarla; no para sustituir la voluntad popular, sino para darle a nuestra sociedad mayores recursos y nuevas oportunidades……pero yo sostengo que estos razonamientos solo serán viables con un Ministro de la Defensa civil. Este es un tema que he podido analizar con cuidado y con serenidad en mi experiencia internacional, y he llegado desde hace tiempo a la conclusión de que Venezuela debe poner a la cabeza de las fuerzas armadas a un civil como Ministro. De hecho, constitucionalmente su Comandante en Jefe es un civil, el Presidente de la República. Si esto último fuese realmente cierto en la práctica, los altos mandos militares no deberían oponerse.
Estoy muy consciente de que todo sistema de relaciones entre civiles y militares involucra un equilibrio delicado y complejo entre la ideología, la autoridad e influencia de los militares, con las correspondientes de los grupos civiles que demandan un cuidadoso tratamiento.
Me refiero a un ministro civil para administrar recursos y política y no para diseñarla, ni ejecutarla. Ya Winston Churchill que tuvo la responsabilidad del Ministerio de la Defensa lo dijo clara y sabiamente:» Déjenlos solos (al Estado Mayor Militar británico) para que hagan bien su trabajo.
¿Y qué piensan los oficiales?
He tenido la oportunidad de discutir este tema con oficiales de distinto nivel jerárquico y he podido advertir que en la medida que esta idea se razona encuentra una resonancia positiva en una fuerza que comienza a preocuparse por el alto grado de contaminación política de su institución, donde el tema del Ministro de la Defensa contribuye a este lamentable y peligroso proceso.
Todos los años se registra una fuerte competencia para el cargo de Ministro de la Defensa , al igual que para los principales cargos en las fuerzas que irracionalmente se cambian cada año. En la última oportunidad tuvimos hasta al yerno del Presidente de la República como un posible Comandante General del Ejército, y no necesariamente por exceso de méritos o preeminencia en el escalafón de su promoción como generalmente se acostumbraba.
Los ascensos, un humillante proceso para nuestros oficiales más preparados
Los venezolanos en general no saben que todos , o casi todos los aspirantes a Generales, Almirantes, Vice Almirantes, Coroneles, Capitanes de Navío, Tenientes Coroneles, Mayores, Capitanes y Tenientes tienen que someterse periódicamente a un proceso que los obliga a solicitar apoyo a personalidades políticas para sus ascensos. Esta realidad es muchísimo más seria en el caso de los oficiales Coroneles, Generales y Almirantes.
He podido constatar personalmente como oficiales superiores de la más alta preparación y calificación-entre los tres primeros de su promoción, se ven obligados al humillante proceso de visitar políticos para llegar a cargos y ascensos a donde sus méritos les calificarían de sobra. En países serios donde la excelencia es la regla y no la palanca política este humillante proceso es aún peor si no olvidamos que la preparación de un oficial superior es generalmente muy, pero muy superior a la mayoría de los congresantes y políticos a los cuales tienen que rendirles pleitesía para ascender, u ocupar cargos .
El Ministro de la Defensa es un cargo político
Al punto de que su titular es miembro del Consejo de Ministros. Estoy convencido de que a las Fuerzas Armadas no le conviene tener a uno de sus miembros involucrados en asuntos no militares, y es por este tipo de consideraciones que casi todos los países tienen ministros civiles, no solo los grandes países , sino también en nuestra propia región: Colombia y Argentina para citar solo dos casos.
Los militares y la Constitución
En este sentido la Constitución Venezolana es clara : estipula la apoliticidad y la no deliberancia de los miembros de las fuerzas armadas. Esta previsión constitucional no se compadece con la participación de un alto oficial en un Consejo de Ministros, que es la cúpula de la actividad política de la República.
¿Por qué son militares los Ministros de la Defensa?
Hasta ahora los ministros han sido militares, primero por la tradición militar universal, y luego como herencia de la dictadura. Es parte de la absurda y tropical costumbre de ubicar detrás del Jefe de Estado de Venezuela a los representantes de las cuatro fuerzas militares, uniformados como para desfiles, proyectando la impresión de que después de casi cuarenta años de democracia tenemos que recordar a la población que las fuerzas armadas están con el gobierno de turno. De hecho, esta práctica se sigue en el Ministerio de Sanidad nombrando médicos como titulares de esa cartera cuando el problema de la salud va mucho más allá de los conocimientos profesionales de los médicos. Ni la seguridad ni la salud se benefician de estas prácticas .
La necesidad de equilibrar las diferentes fuerzas
Un civil como Ministro de la Defensa constituye en mi criterio la única manera de establecer un equilibrio racional entre las tres armas: tierra, mar y aire.Y también con la otra fuerza: la Guardia Nacional (la más numerosa agrupación uniformada del país después del Ejército) considerada para los efectos jerárquicos como de menor entidad, al punto de que sus Generales no pueden aspirar ni a Ministro de la Defensa, ni a las principales posiciones en las Fuerzas Armadas.
Cada vez que llega a Ministro un oficial de determinada fuerza es indudable que el ascendiente de esa fuerza es superior en el ministerio, y que el conocimiento del ministro de turno es definitivamente parcial. En general, la tradición le otorgaba, hasta hace pocos años, la prioridad para Ministros a los Generales del Ejército, no porque fuesen necesariamente los más preparados , sino por razones estrictamente de poder.
Me atrevería a asegurar que un civil hara menos político el manejo de las fuerzas, por supuesto si el civil tiene el nivel y el criterio que exigiría tal designación.
Un Civil podría darle mayor estabilidad y continuidad a las Fuerzas Armadas
Los militares llegan a ocupar la posición de Ministro de la Defensa por una combinación de jerarquía y de relaciones políticas, al final de su carrera cuando solo le quedan unos doce meses de actividad profesional antes de pasar a retiro, lo que le viene impidiendo a las fuerzas armadas la continuidad esencial que demanda una institución de tanta significación para el país. Es evidente que una gestión tan trascendente no puede ser ejercida en doce meses.
Un Ministro militar compromete innecesariamente a las Fuerzas Armadas en asuntos no militares
Un Ministro de la Defensa militar tiene que compartir decisiones políticas adoptadas en el Consejo de Ministros que no le corresponden, ni creo le convienen a las propias fuerzas armadas. Por ejemplo ¿qué posición adoptaron los ministros de la defensa del Gobierno del Presidente Caldera en materia económica. ¿Estaban de acuerdo con la política oscurantista que dominó la economía durante dos eternos años? ¿Estaban de acuerdo con el manejo político de crisis financieras? ¿Con el aumento de la gasolina, con el desastroso control de cambio, etc? Seguramente no expresaron opinión (por experiencia personal he comprobado que esa es la práctica).
¿Entonces para que integran a los Ministros de Defensa al Consejo de Ministros?
Sin duda para comprometer a las fuerzas armadas, pero que de hecho no manifiestan su opinión política en esas reuniones. Un Ministro de la Defensa Civil no tendrá las mismás limitaciones ni inhibiciones para articular la visión y las preocupaciones de las fuerzas.
Un Ministro civil permitirá una verdadera incorporación del pensamiento estratégico militar en el desarrollo del país, de manera independiente y transparente. Hoy en día este aporte no se aprovecha, y los ministros militares restringen su opinión a los temás de su despacho, y punto.
La alta preparación de los oficiales
Están muy equivocados los que piensen que las academias militares y los institutos de formación de oficiales no están preparando a sus integrantes para entender, e integrarse eficientemente en el proceso de desarrollo del país en todas sus manifestaciones.(Lo que incluye conducir y gobernar al país, si fuese necesario). Es creciente el número de oficiales con dos y tres grados profesionales. En el Instituto de Altos Estudios de la Defensa IADEN, es fácil ver el alto nivel de los oficiales que participan en sus cursos en contraste con el nivel de los civiles que envía el Gobierno y el sector privado. Allí se analizan y se proponen asuntos de la mayor trascendencia, cuya importancia los civiles no parecen advertir al enviar a muchos representantes que no tienen ni el nivel, ni la formación de los oficiales que son seleccionados por mérito.
Una visión militar desajustada de la realidad
Pero no todo es en las Fuerzas Armadas. Cuando represente a Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU logre que por primera vez un alto oficial integrara nuestra delegación al Consejo de Seguridad (El Ministro de la Defensa me asignó a un distinguido y muy calificado oficial, el Contralmirante Manzano quien venía de ocupar el cargo de Director de la Escuela Naval).
El Almirante Manzano estuvo dos años conmigo en el Consejo de Seguridad, el órgano más importante de las Naciones Unidas, en materia de preservación de la paz y de la seguridad internacionales. Nunca en cincuenta años un oficial venezolano había formado parte de las cuatro delegaciones que nuestro país ha tenido ante el Consejo desde que se creó las Naciones Unidas en 1945 .En el período que me correspondió el honor de representar a Venezuela vivimos las Guerras del Golfo, en la Antigua Yugoslavia, en Somalia, Angola, Liberia, Mozambique, Nagorno-Karabaj, Georgia, Armenia, Afganistn, El Salvador, y Guatemala y Haití.
Cualquiera que lea este relato pensará que esa experiencia le tendría que haber servido al Contralmirante Manzano para ser ascendido a Vice Almirante, después de todo los Generales Alexander Haigh y Colin Powell sirvieron en la OTAN antes de llegar a formar parte del Gabinete del Presidente de los Estado Unidos ¿No? Pues por lo contrario sus superiores consideraron que el Almirante Manzano había estado dos años fuera de contacto con su fuerza, sin posición de comando, e increíblemente no lo ascendieron, lo que obviamente lo animó a solicitar su baja anticipadamente. La denominada Armada salió sin dudas perdiendo, aunque no lo haya percibido así.
La rutina militar, una tradición superada por nuevas realidades
Me atrevería a apostar a que no existía en esa oportunidad un oficial venezolano con mayor conocimiento de la realidad mundial, un aspecto que debería haber sido aprovechado y por supuesto no desestimado por el alto mando militar. Ningún oficial venezolano tuvo más contactos con sus pares en estos escenarios reales de confrontación, sin embargo , repito ,en lugar de servir para acreditar al Almirante Manzano sirvió para marginarlo.
Estoy convencido de que este proceder fue el resultado de una visión militar tradicional superada de que oficial que no ejerza cargo efectivo de comando de tropa, no debe ser ascendido, no importa que su actividad y experiencia sea extrañordinaria como el caso de mi antiguo Asesor Militar, el Almirante Manzano. En épocas anteriores no se ascendió a General al entonces Coronel Rafael Alfonso Ravard , uno de los más prestigiosos oficiales que ha tenido el Ejército venezolano, porque era un «tecnócrata con muy poca experiencia en el manejo de tropa». Esta actitud limitaba la función militar al mando de tropa, y lo excluía de la planificación y del desarrollo como lo realizó Alfonso Ravard primero en la creación de Ciudad Guayana y luego a cargo de PDVSA al momento de la nacionalización petrolera.
Un Ministro civil no hubiese tenido semejantes prejuicios, y por lo contrario hubiese entendido y aprovechado estas experiencias que integran productiva e inteligentemente al militar con el entorno global.
Comentarios y Conclusiones Generales
Todas estas reflexiones las he formulado para precisar un solo mensaje: el rol de las fuerzas armadas esta siendo reformulado en el mundo entero. Venezuela como una especie de galaxia independiente pareciera no advertirlo. Las nuevas fuentes que amenazan la seguridad son las drogas, el terrorismo, la destrucción del medio ambiente , las migraciones, y por supuesto el desempleo y la pobreza que destruyen el tejido social del país. Los tanques pueden servir para controlar manifestaciones públicas, pero poco para la defensa nacional.
Tenemos igualmente que redefinir qué entendemos por seguridad, pues si la seguimos midiendo en términos de tanques y aviones, nuestra seguridad seguirá siendo precaria. Las ofertas de rearmarnos con frecuencia no hace sino acentuar esta debilidad estructural de nuestras fuerzas armadas.
En ese proceso tenemos que designar civiles para liderizar esta transformación de nuestras fuerzas armadas-con los jefes militares. No se trata de inventar nada nuevo. Se trata de modernizar a una institución cuyo rol asignado les queda pequeño, y esta definitivamente desactualizado.
Un nuevo rol para los militares
Los militares en todo el mundo han venido descubriendo que la preparación que recibieron era para otra clase de actividades y conflictos y que sus fuerzas no cuentan con los equipos y recursos que las nuevas realidades demandan. Los cientficos civiles juegan un rol central en este tema. Ya el conocimiento militar no se restringe al armamento. Satélites, redes de comunicación. Satélites de observación en fronteras y bosques, etc.. Todas estas técnicas están al alcance de los dirigentes civiles, y son por supuesto muy superiores a la mera disponibilidad de tanques. Esto último resulta más fácil que educar oficiales para estas nuevas y exigentes tareas.
Todavía no aprendemos a vigilar nuestras fronteras contratando servicios de satélites . Hasta en internet se pueden accesar estos servicios de satélites que orbitan por encima de nuestro territorio con regularidad pero seguimos pensando que con guardias nacionales y soldados que ni siquiera cuentan con equipos de comunicación adecuados tenemos suficiente. En los últimos meses hemos visto algunas de las consecuencias que generan estas carencias.
No podemos olvidar, que la inigualable organización y disciplina interna de la Fuerzas Armadas las convierte en un formidable instrumento para la capacitación y menos aún que las modernas teorías militares indican que la defensa nacional es una tarea compleja que va mucho más allá de capacitar soldados en el manejo de tanques y aviones. El desarrollo económico y la promoción social integran las modernas concepciones sobre defensa nacional basadas en la necesidad de prevenir no solo el ataque externo, sino la debilidad de la propia estructura productiva y la inestabilidad social interna del país. Los herederos de aquellos hombres que hicieron nuestra Independencia, no pueden ser condenados a desempeñarse como gendarmes o como usurpadores, ajenos a la toma de toda decisión que no se vincule a lo «específicamente militar».
Los militares como guerreros
Seguir viendo a los ministros de la defensa como guerreros, como especies de Moshe Dayan en el desierto son realidades que no se corresponden con nuestras necesidades de tecnificar y de modernizar toda la estructura militar, desde su programa de estudio en las academias militares.
Qué estudian los militares en sus cursos de estado mayor hoy en día debería ser un tema de interés para todos. ¿Cuántos de nuestros congresantes y políticos conocen esto?
¿Deberíamos tener menos efectivos militares pero mejor dotados y remunerados? Así lo creo, y además voluntarios para crear unas fuerzas realmente profesionales, en lugar de andar persiguiendo y apresar a los más pobres e indefensos de los venezolanos-con condiciones o no, para servir en las fuerzas armadas. Servir como soldado en las fuerzas armadas venezolanas se ha tornado en un verdadero castigo para los que no logran burlar la antidemocrática recluta.
Las armás no letales y la tecnología
En este orden de ideas es útil destacar que la primera potencia del mundo invierte actualmente cientos de millones de dólares en el desarrollo de las llamadas «armás no-letales» unas contra individuos y otras en contra de vehículos, equipos y servicios. (Nosotros en Venezuela seguimos comprando tanques, F 16 y F-18 (?) fragatas, etc y mantenemos por ley el secreto militar que nos impide suscribir el convenio de registro de adquisición y venta de armás de la ONU, que de todas maneras pública la Revista Janes del Reino Unido)
La Guerra del Golfo demostró la importancia de la tecnología: los metereólogos jugaron un rol fundamental para las acciones de las fuerzas aéreas de la coalición, los técnicos entrabaron todo el sistema electrónico de los aeropuertos de Irak, e incluso inutilizaron el sistema eléctrico de ese país. Las fuerzas aéreas de los Estados Unidos experimentaron con una especie de bombas de fibra de carbón que inutilizó todos los sistemás eléctricos que encontró en su paso, y ondas de alta intensidad en los sistemás de microondas capaces de destruir a distancia computadoras muy sofisticadas.
Ya se experimentan municiones supercausticas, con sustancias miles de veces más fuertes que el {ácido hidrofluorico que literalmente se come el metal y los cauchos de los vehículos (tanques, jeeps, etc). Otros productos impiden que las pistas de aterrizaje puedan ser utilizadas al rociarlas de estos productos. Otros incapacitan temporalmente o desorientan a los soldados mediante el uso de ondas de muy baja frecuencia, etc.
Es claro entonces que los países más poderosos no hacen la guerra solo con tanques , fragatas y aviones (como parecemos pensar nosotros), sino con tecnología .Y son civiles sus ministros de la defensa que cuentan con el apoyo de los mejores oficiales de sus fuerzas armadas.
¿Le preocupa esto a nuestros políticos o están más interesados en el tema de los ascensos de los oficiales amigos o simpatizantes?
A juzgar por las discusiones presupuestarias y por las discusiones en las comisiones de defensa del congreso, muy poco, para no decir nada.
No hay duda que la selección de un civil, hombre o mujer para ministro de la defensa seguramente solo será posible cuando cambie el sistema partidista, pues incluso a muchos oficiales, los menos preparados, les conviene preservar un sistema de clientelismos y de influencias políticas. Esa es la manera de que no sea la excelencia lo que prevalezca. Los que nada tienen que temer con estos cambios serían los oficiales con méritos, calificaciones y desvinculación partidista..
La selección del Ministro civil
Es evidente que la selección de ese civil, hombre o mujer, debe ser mucho más cuidadosa (tipo PDVSA) que la utilizada para nombrar a los Presidentes de las Comisiones de Defensa y del Senado del Congreso Nacional, posiciones que tradicionalmente eran llenadas con personalidades a tono con comisiones que aprueban los ascensos de los altos oficiales de la República, y que se supone consideran temás de interés estratégico nacional (?). Pregúnteles a los militares su opinión sobre esto!
¿Cómo define el Profesor Samuel P. Huntington el perfil de ese ministro civil?
«Debería ser un hombre que inspire respeto y admiración de la colectividad. Que tenga un alto nivel, integridad y sentido de responsabilidad, con capacidad y competencia que generen confianza y consenso. En resumen que tenga las características de un estadista».
La subordinación militar al poder civil
Karl von Clausewitz en su Vom Kriese, la Biblia militar de Occidente ya decía: «Subordinar el criterio político a los militares no sería razonable. La conducción de la política es una facultad y una competencia civil, y la guerra es solo su instrumento. Lo único posible es subordinar el punto de vista militar al político. Huntington comenta: «Clausewitz al formular la racionalización teórica de la profesión militar, creo al mismo tiempo la primera justificación técnica del poder civil sobre el militar»
Comentario final
Estas notas forman parte de un trabajo más extenso que he venido realizando en el Council on Foreign Relations de Nueva York. Agradecería especialmente recibir comentarios sobre estas reflexiones que he resumido aquí con el propósito de estimular la formación de opinión sobre un tema que nos comienza a afectar de manera más profunda de lo que imaginamos hoy. Un solo ejemplo para ilustrar tal preocupación: Entrar en un conflicto armado con un país vecino por declaraciones, u acciones u omisiones de oficiales de las fuerzas armadas es una responsabilidad demasiado seria como para dejarla solo en manos de los militares. Peor aún cuando no se mide objetivamente el nivel de riesgo a que someten al país.