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La representación proporcional de la mujer en el congreso: una decisión demagógica

La reciente decisión del Congreso Nacional de incluir en el parlamento una representación del sexo femenino equivalente a no menos del treinta por ciento de los elegidos es una decisión deplorable y demagógica.

Es deplorable porque consagra en forma explícita la condición de la mujer como parte integral de las minorías a las que se otorga una representación menos que proporcional y demagógica porque no existen razones lógicas para establecer en la condición de la elegibilidad distinciones basadas ni en el sexo, ni en el credo ni en la raza. La única restricción establecida en la Constitución para ser electo es la de haber alcanzado una edad en la que se presume que la persona – no importa su sexo- haya alcanzado un cierto grado de madurez intelectual y emocional.

Entendemos y además estamos convencidos de que el rol -permítanos la academia el uso del galicismo- de la mujer es esencial en la sociedad y mucho más en la nuestra en que ésta debe desempeñar, en muchos casos, la doble función de ser padre y madre a la vez.

Estamos convencidos de que en Venezuela la mujer se ha preparado en forma eficiente para desempeñar cualquier tarea en forma igual e incluso superior a la de la mayoría de los hombres. Que no existen cargos que no pueda ni deba asumir y de hecho ya han ocupado la mayoría de las altas funciones del Estado, con la sola exclusión de la Primera Magistratura y las Comandancias de los distintas fuerzas armadas nacionales, aunque en el caso de la Presidencia de la República no parece hoy en día lejana la fecha en la que podamos ver con regocijo la banda tricolor en el pecho de una mujer.

Calificar es reducir aunque la intencion y el proposito sean loables. Lo normal ocurre porque las circunstancias lo imponen, lejos estamos, afortunadamente, de la época en la cual la mujer sufría una especie de capitis diminutio electoral. Hoy no existe una discriminacion legal y el machismo ha perdido su férula. Por eso el establecimiento de cuotas de poder nos trae al recuerdo la imagen de un estado corporativista en el cual se debe alcanzar el equilibrio del poder con una representacion proporcional de gremios.

Lo que debemos evitar si queremos preservar una democracia funcional es transformar al Congreso y a otros organismos públicos en un refugio de pretendidas minorías, lo que ciertamente no es el caso de la mujer porque si a la verdad demográfica nos referimos no nos sorprendería en lo más mínimo que ellas fuesen en realidad la mayoría.

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