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La prepotencia de la superpotencia (ii)

Hace algún tiempo Venezuela Analítica publicó un primer artículo mío con este mismo título. En aquella oportunidad puse de relieve la manera prepotente como los Estados Unidos impuso a la membresía de las Naciones Unidas su punto de vista para sustituir al entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Boutros Boutros Ghali. En mi artículo advertía del peligro que representa para las Naciones Unidas el hecho de la nación que se proclama defensora de la democracia y de los derechos humanos en el mundo desdeñe esos mismos valores cuando sus relaciones con los demás países. El actual Secretario General, Koffi Anan acaba de lanzar una advertencia sobre las tensiones que dentro de la Organización puede generar la actitud de los Estados Unidos.

Las manifestaciones de soberbia en la política exterior de los Estados Unidos son numerosas. Basta recordar algunas de ellas: la Ley Helms-Burton, la defenestración de Boutros Boutros Ghali como Secretario General de las Naciones Unidas y la manera como fue elegido Koffi Annan para sustituirlo, la negativa a pagar los mil quinientos millones de dólares de contribuciones atrazadas al tiempo que trata de imponer una restructuración de la Organización a la medida de su gusto y exige que se reduzca del 25% al 20% su cuota obligatoria, la imposición de su propia fórmula para la ampliación del Consejo de Seguridad, la extensión indefinida del Tratado de No-Proliferación de Armas Nucleares, la negativa a apoyar el tratado sobre prohibición de las minas terrestres, la imposición de su propia fórmula para la ampliación de la OTAN, la política de certificación de los países según la conducta que observen en materia de derechos humanos y de lucha contra el narco-tráfico, la operación «Restituir la esperanza» lanzada en Somalia con desastrozos resultados, incluida la fijación de un precio por la cabeza del líder somalí Aidid, el manejo de su participación en la crisis de los balcanes incluido el Acuerdo de Dayton y particularmente la situación en Serbia, el condicionamiento del ingreso de China en la Organización Mundial de Comercio, el progresivo desmantelamiento de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, la ingerencia de los Embajadores norteamericanos en los asuntos internos de los países donde est n acreditados, …. etc.

La revista TIME, dedicó su edición del 4 de agosto al tema de la soberbia de la política exterior norteamericana. En su portada ese número presentó la imagen del águila, emblema de los Estados Unidos, con el cuerpo de un hombre con musculatura de atleta levantador de pesas, acompañada de la leyenda: «Pumped-up Superpower. Is América in danger of becoming a global bully?» («Superpotencia inflada. Se est volviendo América un matón global?»). En su interior, la misma revista presenta, a página completa, una caricatura del Presidente Clinton trajeado como «Superclinton» que sostiene en su mano un globo terráqueo del tamaño de una pelota de tennis. Pero la crítica de la revista llegó solamente hasta allí porque los artículos de fondo se dedican mas bien a justificar la soberbia de la Superpotencia con afirmaciones como las siguientes: «Cuando los Estados Unidos lideriza las cosas se hacen. De lo contrario nada se hace»; «es preferible un liderazgo brutal que una abstinencia elegante»; «desde todo punto de vista la medida de la dominación de América es asombrosa: Militarmente, en los últimos mil años nunca hubo un foso tan grande entre la primera y la segunda potencia mundiales… Económicamente, el tamaño de la economía americana es mas del doble de su mas cercano competidor…. Culturalmente, los padres en todas partes del mundo luchan en vano contra la marea de T-shirts y jeans, música y películas, videos y softwares que emana de América y que es anhelada por sus hijos… Diplom ticamente, nada importante se logra sin nosotros»; «el dominio de una potencia benigna es, con toda su imperfección, la mejor garantía del orden y la seguridad internacionales. Por ahora, y para el futuro previsible, América lo es y el mundo lo sabe»; «la hegemonía americana es buena para el mundo. Por qué? El mundo moderno, interconectado como est hoy día, sólo puede vivir en dos estados: razonablemente estructurado o caótico. Caos en el sistema global significa ausencia de liderazgo, ausencia de reglas, potencias contendoras y vulnerabilidad universal …. el sistema internacional debe tener una estructura. Y como la arena internacional, a diferencia de la arena nacional, no tiene policías, no tiene autoridades ni tribunales con verdadero poder, la estructura debe ser establecida y mantenida por la principal potencia mundial»; «la dominación americana es una bendición porque ha dado al mundo una Pax Americana, una era de paz y tranquilidad nunca vista en este siglo y raramente vista en la historia de la humanidad».

Quizás el reconocimiento de todo lo anterior fue lo que llevó recientemente a Francia a reconocer, sin ambages, la supremacía global norteamericana. Esto ocurrió durante la reunión de Embajadores franceses realizada el mes pasado en París, en la cual el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Hubert Vedrine admitio frente a los representantes de Francia en el exterior que ese país reconoce «sin acrimonia» el hecho de que los Estados Unidos es la única superpotencia mundial. Según el Ministro Verdrine, Washington «no tiene contrapeso, por lo menos todavía, y en su poderío existe el riesgo inherente de hegemonía y una tentación a actuar unilateralmente, particularmente de parte de sus órganos legislativos». (International Herald Tribune 29-08-97)

Quizás esa misma constatación es lo que ha llevado al Presidente Jacques Chirac a buscar un acercamiento con nuestra región y a proponer, durante su reciente visita a Sur América, una reunión cumbre de Jefes de Estado de la Unión Europea con los Jefes de Estado de América Latina. Francia pareciera estar buscando medios para restablecer el equilibrio mundial.

Esta posición Francesa es encomiable por su naturaleza pragmática y por el hecho de que representa dejar de lado la también característica soberbia francesa para reconocer un hecho evidente: con el fin de la Guerra fría y el desmembramiento de la Unión Soviética, el mundo gira como un trompo sobre un solo punto de apoyo. Lo deseable habría sido que ante la inminencia del la unipolaridad que sustituiría la bipolaridad que prevaleció desde el fin de la segunda guerra mundial, el mundo hubiera buscado refugio en las Naciones Unidas como un medio para crear un contrapeso frente a la superpotencia subsistente. Lo lógico habría sido un esfuerzo serio de toda la comunidad internacional para fortalecer a la Organización mundial e impedir de esa manera que se instaurara la situación hegemónica que confrontamos hoy día. Lamentablemente eso no ocurrió y los Estados Unidos han logrado incluso neutralizar a las Naciones Unidas imponiendo también, desde ese foro, sus propios dictats.

Nadie niega que efectivamente los Estados Unidos son un país poderoso desde todo punto de vista y que su presencia internacional est mas que justificada porque es el único país que tiene recursos materiales y financieros excedentarios para contribuir a solucionar muchos de los problemas que confronta la sociedad internacional. Quizás el comportamiento de los Estados Unidos pueda entenderse porque en muchos aspectos los países se comportan como las personas. Generalmente el individuo que tiene poder porque es fuerte o rico, tiende a ser prepotente y soberbio y pretende imponer a los demás su manera de ser, sus puntos de vista o sus intereses. Pero del otro lado, a nadie le cae bien una persona que, a cuenta de fuerza o su dinero, se comporta de manera pendenciera, echona y soberbia, vapuleando a los que encuentra a su paso. Esto es en el fondo lo que ocurre actualmente. El Gobierno norteamericano pareciera no darse cuenta de que, aún cuando no lo manifiesten abiertamentamente por respeto o por temor, los gobiernos, y el público en general, se sienten desagradados por la forma como ese país, engreído por su fuerza y su riqueza y, sobre todo, por la ausencia de un rival, se comporta como un auténtico matón. Tratándose del país que se ha erigido en defensor de la democracia y de los derechos humanos. que exige a los países que adopten una determinada conducta so-pena de verse sometidos a presiones o sanciones, con mayor razón debería respetar, defender, proteger y observar esos mismos valores cuando se trata de su propio comportamiento en el ámbito internacional. Se trata, en definitiva, de desplegar un poco mas de sensibilidad al tratar con quienes convive en la «aldea global», como se ha dado en llamar ahora al mundo cada vez mas pequeño e interconectado en que habitamos.

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