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Bill Gates e Internet.

Una persona como Bill Gates, insaciable en su afán de acumular poder y dinero, representa con gran exactitud, debido a su conocimiento tecnológico electrónico, el arquetipo de hombre que corresponde al aspecto negativo de esta civilización materialista iniciada, como lo he escrito en estas mismas columnas más de una vez, en el siglo XVIII, por el liberalismo, superestructura del mercantilismo.

A su vez, el liberalismo alcanza la cima de su poderío industrial, político y económico, bajo las formas de la globalización, del libre mercado, de la agobiante concentración de capitales y el del control de los medios de expresión, mediante la red informática y comunicacional.

Pese a las desigualdades sociales y económicas, la alienación, la ignorancia, la criminalidad psicótica, la corrupción de la infancia y de la juventud penetradas por la droga, la propaganda consumista sin límites, los modelos de comportamiento del «idolatraje» del espectáculo, divulgados por los medios con una complacencia que no puede ser sino obra de la venalidad y de los intereses de quienes los financian, pese a los «homeless» de las grandes ciudades, vale decir, los sin hogar, los porcentajes de homicidios de todo tipo, la neurosis imperante como clima psíquico continuo, esta civilización se ha impuesto en el mundo y está dirigida con estrategias perfectamente analizables y evidentes como la destrucción de las organizaciones de los trabajadores, y la transformaciones en factorías, de los países subdesarrollados.

Bill Gates se erige, seguido de sus ejércitos de computadoras a las que quiere conferir rango humano, gracias a la inteligencia artificial, como el fenómeno más representativo de la demoníaca ambición de dominar al mundo y a los hombres, mediante la técnica. Es decir, que 81 años después de la concepción del Dr. Frankenstein por la esposa del poeta Shelley, la inteligentísima Mary Wollstonecraft, se ratifica que la técnica constituye para los materialistas y ambiciosos de ser Dios a lo Yavhé, la vía conductora ideal.

El Dr. Frankenstein sometía los trozos de cadáveres a la energía eléctrica y Bill Gates, maneja la electrónica dominada por él, tal un animal doméstico. El triunfo de uno de uno de sus cerebros artificiales sobre el mejor jugador de ajedrez del mundo, Kasparov, debe haber multiplicado las ansias prometeicas del antiguo director de la FBI. No le basta las ganancias del Microsoft. Quiere ahora controlar Internet como lo informa en un artículo muy complejo, en The Wall Street Journal, el columnista David Bank. (El Nacional, página del Wall Street Journal, viernes 6 de junio de 1997).

En mi columna quincenal, en este mismo diario, el viernes 2 de mayo, bajo el título de: Internet en el tapete, pronostiqué su posible reducción por William Gates o algún consorcio transnacional, de la libertad de expresión que signó la aparición de esa red. Y el modo lo señalé también: la comercialización de los intermediarios entre el usuario y la Red, hoy en manos de agencias independientes. Poco después, en otra columna mía, del 30 de mayo, titulada Procread y Multiplicaos, juguetonamente escribí: «Así es como Bill Gates toma el puesto de Yavhé. Anuncia la era de la inteligencia artificial como un creador, arconte, demiurgo, demonio».

El artículo de David Bank ya no deja lugar a dudas. Gates dió el paso para conquistar el comercio independiente que maneja a Internet. Muchos otros comentarios se podrían escribir sobre la batalla comercial que se iniciará pronto. Lo hace el mismo David Bank, en una nota recuadrada al pie del artículo principal, refiriéndose Michael Goff, nueva adquisición de Microsoft, quien aspira a la eliminación de Web, catálogo de Internet, en aras de la total promoción por la empresa de Gates. Bank, de paso, alude a la simpatía de Goff por los homosexuales.

Es probable que detrás de Microsoft, además de los millardos declarados por Gates, en este mismo diario, no sólo estén empresarios del «gang» de la comunicación, sino extensiones del FBI y de otros servicios de seguridad norteamericanos. No olvidemos que Internet nació en el seno de los servicios norteños de espionaje para la Guerra de las Galaxias, aberrante bandera flameada por Reagan durante un tiempo.

Desechada la Guerra de las Galaxias, la red montada con fines de espionaje y contacto con los posibles aliados de Norteamérica, quedó realenga, y se convirtió en Internet, un fenómeno apreciable de total libertad de expresión y de información, cuando no de regocijo vicioso sexual o de envenenamiento de niños y jóvenes, pero que torna posible la propaganda de grupos subversivos u otras formas de disidencia; la posibilidad de que Internet sirva los intereses de grupos adversos al establisment imperante, mezcla de imperialismo, capitalismo y democracia preocupó a éste. De allí la ofensiva contra Internet para su regulación y el avance de Microsoft. Para quienes adversamos como yo la actual civilización tecnológica y materialista, la guerra en cierne, por domar y controlar a Internet, resultará una delicia. Espero que Internet quede libre, pero lo dudo.


El Nacional 13 de Junio de 1997

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