Economía

Una década de Hugo Chávez

Pueden recordarse las palabras efusivas del Presidente Hugo Chávez (PHC) en el cierre de su campaña el año 1998 cuando juró no sé cuantas cosas como diría el poeta. Hoy día, desde varias perspectivas, incluso desde la de sus propios intereses puede considerarse que el transcurso desde aquel entonces es una década muy llena de altibajos y vaivenes para considerarse exitosa. Contrario a lo que varios creen sobre el PHC en cuanto a que siempre ha estado despejado, que le ha hablado claro al país, que tiene sus metas claras, entre otras tantas expresiones, puede afirmarse, si caer en ofensas o en sicologismos que pueden comprometer a muchos, que aquel transcurso ha estado afectado por imprecisiones, variaciones y engaños que estarían muy distantes de aquellas viejas enseñanzas de Mao Tse Tung en sus años lucidos y de empuje, donde elaboraba estrategias para las distintas situaciones por las que pasó China durante 25 años antes de 1949 y que fueron previos a convertirse en un Dios o un dictador.

¿Como entender los éxitos económico y sociales de una administración? En economía siempre se recurre a las cifras y a la elegancia matemática. Un poco difícil lidiar con cifras afectadas intencionalmente -o conceptualmente- con una determinada intención. En economías con sofisticadas formas de empleo o con desempleo mínimo e incluso bien vigilado, puede uno evaluar formas de trabajo eventual o el trabajo que hoy se perfila como realizable en el hogar. Contrario en una economía con alto desempleo y con expresiones asociadas de informalidad, las alteraciones de la medición pueden ser un maquillaje ideológico. Otro asunto atañe a que las distintas administraciones siempre consiguen quien desde organismos determinados puedan darle un aval expresivo de la buena conducción, aunque estos analistas no vivan en la pobreza o a otras administraciones de esta nación les hayan afirmado lo mismo que puedan afirmarle a una más reciente como la del PHC. Queremos decir, a todas les dicen que lo están haciendo bien. Vistas así las cosas, las administraciones, en líneas generales –y a menos que sean casos muy extremos- siempre alcanzan una posibilidad de desarrollar un planteamiento para presentarse como que lo están haciendo bien. La discusión en base a cifras se vuelve entonces, en variados casos, un contrapunteo infructuoso. Esto fue así en las dos administraciones de C. A. Pérez, en la segunda de Caldera (donde un ministro dijo -casi con desenfado- “estamos mal pero vamos bien”) y lo es en la actual administración de PHC.

Tres perfiles preliminares podrían tenerse para aproximarse a la evaluación de los resultados de una década con el PHC: 1. Los logros según el proyecto fundamental de la administración en cuestión; 2. Los logros asociados al desarrollo económico; y 3. Los logros en alcanzar un mejor posicionamiento para la nación.

El punto 1 debería abarcar dos dimensiones interpretativas. Por una parte la atinente a la atención de los pobres o sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso. Es innegable que esta administración ha ejecutado un conjunto de misiones y medidas que han buscado atender a tales sectores pero también lo es que varias de esas medidas o acciones han sido ineficientes en sí mismas. En el municipio Sucre, en el ejercicio de luna administración oficialista (Rangel), ha sido notable por ejemplo que un porcentaje relevante de las escuelas (30%) tengan condiciones deplorables en baños y otras infraestructuras. Las condiciones de miseria e insalubridad en el municipio Libertador en pleno ejercicio de otra administración oficialista (Bernal) han sido notorias. Algunas misiones y experiencias universitarias en la administración del PHC presentan un muy bajo nivel académico. En algunas áreas como el analfabetismo la administración se ha ufanado de haberlo eliminado aunque haya seguido existiendo y hasta ampliándose el analfabetismo funcional. El desempleo y las relativamente bajas remuneraciones en un contexto de una inflación de dos dígitos, son permanentes estímulos a la informalización de la economía y a la generación de variadas formas de delincuencia.

Por otra parte en este mismo punto 1 debe considerarse la consolidación o avance de la revolución socialista que la administración de PHC pasó a plantear mas definidamente a partir de 2006. Debe recordarse, sin embargo que desde los inicios mismos de la administración en cuestión se habla de un proceso revolucionario, aunque algunos no lo recuerden o no lo sepan. Este proceso se buscó acelerar con el proyecto de reforma constitucional que impulso el PHC y que fue rechazado en la consulta del 2 de diciembre de 2007. Una administración de 10 años que se ha ufanado de ser revolucionaria transmite, después de una década, un rezago considerable en cuanto a lo que podría ser la construcción de una sociedad socialista según los intereses de los administradores de turno. Las revoluciones como decía el propio Che Guevara tienen que ser a ritmo violento (no puede darse la excusa de que se trata de otro contexto y tiempo, pues es la administración del PHC e incluso intelectuales que simpatizan o la apoyan, los que permanentemente resaltan la importancia de las ideas de este personaje). En este caso se trata de una revolución petrolera y más aun de una revolución cómoda. Pero más dramático es el hecho de que es una revolución con no muchos auténticos revolucionarios o digamos ciudadanos de un alto grado de ideologización. Nuestra percepción es que la experiencia de variadas revoluciones –incluso autenticas-, en lo que respecta al transcurso del tiempo, permite afirmar que este último es inversamente proporcional a la generación o aparición de revolucionarios. Esto es: mientras más pasa el tiempo menos revolucionarios hay. Por supuesto que, para algunos vinculados a los procesos en curso en una determinada nación, siempre quedará la esperanza o la buena intención de que de estos últimos, que incorporen la participación popular, surjan nuevos líderes (efectivamente este proceso puede darse pero, en varios casos, se expresa como oposición a los mandos centralizados).

Ese perfil señalado cerca cada día más al PHC. De ahí, la rotación permanente de ministros y la secuencia y presencia de las mismas caras. En algunos casos, con individuos de origen no precisamente revolucionario. Así, la revolución bolivariana o socialista de del la V República del PHC, se ha convertido en una revolución lenta y amenazante y ha consumido una década esperando que se alcanzara impulsar el establecimiento de las cooperativas –por poner un ejemplo- en un contexto rentista como el venezolano, para que al final el PHC aceptara que las cooperativas también son capitalismo. Que balance le puede quedar a un analista, si evalúa los diez primeros años de los procesos políticos de revoluciones que se vivieron en el siglo XX. Con premura y aplicando parámetros un tanto discutibles L. Vivas llamó -o caracterizó- al proceso iniciado en 1999 “La ultima revolución del siglo” (Ver L. Vivas: Chávez. La ultima revolución del siglo. Ed. Planeta 1999). Silvio Rodríguez en años recientes señalaba que este proceso era diferente y algo así como que no era rápido. Habría que preguntarle eso a Fidel castro y que le aplicase ese criterio a la sociedad cubana de antes y de ahora. Mas que una sociedad socialista –independientemente si ella sería viable y exitosa o no- lo que se ha observado es el fortalecimiento del capitalismo de Estado es una sociedad rentista en el transcurrir de esta década de administración del PHC.

En cuanto al punto 2, los logros asociados al desarrollo económico, su consideración puede partir de una posición contenida en los planes 2001-2007, 2007-2013 y en variadas expresiones gubernamentales asociadas a la reducción de la dependencia petrolera. Es este un objetivo que se han propuesto la mayoría de las administraciones venezolanas desde que Venezuela depende del petróleo. Por tanto, la administración del PHC no es original en esto. Pero también, de manera similar a otras administraciones, pero incluso en forma más acentuada, la del PHC, ha apuntalado la dependencia petrolera. Hoy día, las interrelaciones entre agentes económicos y sectores de la economía indiscutiblemente que están más asociadas a lo que sucede en el área petrolera. Los mecanismos de difusión de la economía, de los que hablaba P. Bairoch, están más impregnados de petróleo. Se ha apuntalado incluso un manoseo de esa especie de spread que existe para que se pueda pensar que se puede vivir o funcionar con un petróleo a 100$ o con un petróleo a 50$ –solamente ilustrativo este precio, con lo cual, de todas maneras podríamos desenvolvernos bien como ha expresado con sus palabras el PHC. ¿Qué manera es esta de percibir o usar una sociedad sus potencialidades? ¿Quién responde por esta especie de excedente potencial si se toma prestado y se adapta el concepto del notable economista P. Baran? ¿Cómo registra una sociedad el destino de este spread? No es precisamente entonces la disminución de la dependencia petrolera un logro de la administración del PHC.

Otros niveles de evaluación de los logros del desarrollo deben tener que ver con los desempeños de sectoriales. Es notable que Venezuela haya pasado en los dos últimos lustros por un proceso de desindustrialización. Si bien entre 2002 y 2006 se dio un aumento del número de industrias, ello no compensa la aguda desindustrialización de los años 1999 a 2002 –en 1999 había un total de 11.198 industrias y en 2006 se observan 7.208- (Ver Baquero: Situación actual de la industria, 1 de noviembre 2007. Presidente encargado de Conindustria). En ese contexto es muy difícil registrar un proceso de aparición de nuevas industrias que pudieran permitir afirmar que Venezuela está desarrollando ventajas competitivas en nuevas áreas -y menos aun en aéreas asociadas a las nuevas tecnologías o a industrias de alto contenido tecnológico-. Algunas líneas productivas en curso de de la administración del PHC atañen apatrones tradicionales de la industrialización sustitutiva: producir componentes de vehículos, producir bicicletas o tractores. Es curioso que la administración en cuestión, en algunas de estas propuestas pareciera desconocer la experticia de algunos sectores empresariales que han atendido estas aéreas y, peor aún, ignorar la problemática que en una economía como la venezolana ha presentado la producción de tractores o los intentos de producirlos, o la situación de los mercados locales o de los regionales en cuanto a colocación de productos.

Este cuadro de desinversión, quiebras y retiros de parte del los agentes privados siempre ha sido suavizado en la interpretación oficial. Indudablemente que a él se asocian las particulares medidas macroeconómicas que ha venido ejecutando la administración del PHC que, en varios casos, no se distancian de las ejecutadas por otras administraciones, incluso de corte claramente ortodoxas en cuanto a tradicionales planes de ajuste y estabilización. Con una diferencia notable en el área cambiaria, pues esta ha estado ceñida a un limitante control de cambios para los ciudadanos y agentes privados quienes, desde posiciones diversas, han buscado obtener beneficios en las figuras existentes que permiten restringidos contactos con las divisas. Un caso patético de la política cambiaria lo constituye la reducción drástica de los montos asignados a compras por internet, por los negocios que agentes diversos venían haciendo a través de ese mecanismo. A falta de mecanismos para ejecutar eficientemente su establecido control de cambio, la administración en este punto decidió simplemente reducir los montos afectando a ciudadanos y agentes económicos honestos y necesitados de las divisas.

Algunas otras medidas ejecutadas como controles de precios de algunos servicios puede aceptarse que han tenido resultados favorables para los ciudadanos. Pero, el cuadro global de medidas en el contexto de la dinámica fiscal y cambiaria que se presenta en la economía venezolana con sus características de economía rentista, dependiente del petróleo y con un capitalismo de Estado ampliado y amenazante en los desempeños de la administración del PHC y, más aun, el cuadro de desconfianza por amenazas a la propiedad y por deterioro e inestabilidad en los desempeños institucionales, ha generado un cuadro de desinversión, presión inflacionaria y búsqueda de activos seguros y salidas de capital que se ha convertido en una verdadera zozobra económica. En este contexto, se ha vuelto normal la desaparición de productos que en ya en rutinarios ciclos aparición/desaparición terminan convirtiéndose en nuevos aumentos de precios. Los ciudadanos se han visto, así, sometidos a escaseces forzadas por las interrelaciones entre el ejecutivo y los empresarios.

Dados los matices sectoriales, el fortalecimiento del rentismo y las particularidades seguidas en ámbitos de la política macroeconómica, las perspectivas para el corto plazo o el año 2009 -que se acerca después de una década de administración- están altamente asociadas al petróleo y sus precios y a las repercusiones respectivas en el área cambiaria, que se ve modulada grandemente por estos últimos, y, de la misma manera, su influencia en la perspectiva anticipativa de los agentes económicos en cuanto a la inflación.

Con el escaso desarrollo de competitividad en rubros distintos al petróleo, impulsos insuficientes en cuanto a desarrollo económico -pues el crecimiento económico ha derivado fundamentalmente de la dinámica petrolera-, puede entonces perfilarse el conjunto de dimensiones económicas y políticas que han entrado a formar parte de la agenda internacional de la administración del PHC y que hemos planteado como punto 3.

Por una parte y estrictamente asociado a los beneficios que se han tenido por los -hasta octubre de 2008- altos precios del petróleo, la revolución bolivariana ha buscado internacionalizarse. Con financiamiento por delante a países algo débiles, pero también a espacios de pobladores de otro tipo de países, se han establecido un conjunto de relaciones con aquel fin. Pero también, la renta petrolera en la administración de PHC ha permitido ampliar relaciones con países como China o la actual Rusia, en la compra de instrumentos como satélites o armamento y naves como aviones. En estos dos últimos casos, más que irradiar la revolución bolivariana, la administración de PHC ha buscado desarrollar otra dimensión geopolítica y beneficiarse de la experiencia revolucionaria en estas dos últimas naciones.

Es curioso que aunque en ninguna de las naciones de Europa del este o la actual Rusia, e incluso en la misma China continental, existe hoy socialismo, las acciones de la administración del PHC se conducen como si tratara del establecimiento de relaciones comerciales y de otro tipo con naciones donde si lo hubiese. En China, en particular, existen hoy día formas de capitalismo del más salvaje que pudiese uno caracterizar. La posibilidad de comprar, y el petróleo venezolano de altos precios, al igual que conflictos geopolíticos que no es claro que vayan más allá de los intereses rusos en sus diferencias y conflictos con USA, es indudable que han permitido la ampliación de estas relaciones.

Igualmente, es el petróleo venezolano el que ha permitido construir el conjunto de relaciones asimétricas que se dan en los desarrollos del ALBA, como proceso de integración de un conjunto de naciones latinoamericanas entre las que cuentan Bolivia y Nicaragua entre otras. Debe admitirse que, las posibilidades de integración que ha buscado impulsar la administración del PHC por esta vía, están asociadas a lo que con todo derecho en sus posiciones son las críticas a los modelos de desarrollo económico y a las experiencias de integración con las que él se encontró. Esta posición entra en contradicción, sin embargo, con sus iniciativas para ingresar al MERCOSUR, donde no están en proceso ideas de alteración radical del modelo de desarrollo capitalista.

En general, puede afirmarse que en materia de desempeño en los acuerdos regionales la posición venezolana de la administración del PHC no ha sido muy exitosa. En el caso de la Comunidad Andina de Naciones y por razones vinculadas a aspectos de los señalados, la administración decidió retirarse de tal proceso de integración, aunque recientemente derivado de cambios políticos en la subregión andina resolvió regresar para evaluar sus posibilidades de nueva participación. En esta última situación, no ha habido mayores avances, pero en la situación previa, la evolución de la participación venezolana –durante la administración del PHC-, dados diferentes conflictos, no estaba produciendo mejores articulaciones de Venezuela con los países de la Comunidad en cuestión. Igual puede afirmarse del casi natural retiro de G-3 (México, Colombia, Venezuela) una vez que se había dado el de La Comunidad Andina. Su interés de participación en MERCOSUR, solicitud de ingreso y pasos que se han dado al respecto no abre económicamente altas perspectivas de éxitos; entre otras razones, por el pragmatismo de los brasileños y la comodidad de los argentinos, entre numerosos aspectos que podrían destacarse pero que, indudablemente, se dan en un contexto de considerables asimetrías que se van a unir a las que ya existen a lo interno de esa experiencia, cuando se consideran los casos de Uruguay y Paraguay. Las otras experiencias, cuando se miran los casos de relación con China y con Rusia, son específicas en materia comercial y muy particularmente política y, hasta ahora, no han estado contextualizadas en acuerdos de integración estrictamente hablando.

Al valorar experiencias de integración siempre se ha encontrado el valor de tres aspectos para medir sus posibilidades de de éxito. En primer lugar, que las naciones tengan semejanzas en sus estructuras productivas. En según lugar, que estén cerca (si son vecinos mejor), aun con todo y globalización, internet y otros avances tecnológicos. En tercer lugar, si han realizado comercio previo al proyecto que se puedan plantear dos o más naciones (altamente relevante en la experiencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte). Ciertas ausencias en cuanto a estos elementos, pueden apreciarse cuando uno se las aplica a algunas de las experiencias que impulsa la actual administración.

Mas fuerte es aun, al considerar tres elementos adicionales que también se relacionan con la integración pero ya para evaluar procesos en curso o resultados de los mismos. En primer lugar, que la integración y sus procesos no la pueden llevar individuos. Contrariamente, deben llevarla equipos (no es claro que en la actualidad venezolana esto se esté haciendo; tampoco se hizo en las administraciones anteriores). En segundo lugar, que para impulsar procesos de integración las instituciones privadas y públicas deben desarrollar numerosos estudios que les den base para el mejor impulso de los proyectos que les son de interés. No hay evidencias de que en la actual administración esto se haya observado (deben reconocerse, sin embargo, algunos esfuerzos que se han venido dando por la Asamblea Nacional y el Instituto Pedro Gual así como por el CELARG y que han implicado la generación de algunas publicaciones); tampoco ha sucedido en anteriores administraciones. El tercer elemento es que los procesos de integración deben convertirse en un objetivo nacional. Realmente, la actual administración ha buscado difundir los que considera deberían ser los intereses del país en tal materia. No obstante, no puede registrarse que la sociedad civil haya participado significativamente en la toma de decisiones para entrar o salir de un proyecto de los relacionados y más allá del hecho de si son convenientes o provechosos para La nación, según ha venido sucediendo y se indicó más arriba.

El posicionamiento internacional del país ha venido estando entonces muy vinculado a la reforzada presencia del petróleo en la economía venezolana y al beneficio que los altos precios (al menos en lo visto hasta octubre noviembre de 2008, tal cual se indicó) han procurado como ingresos adicionales al país y que han sido digeridos en su cualidad de nación rentista. Pero también, lo ha estado a los caprichos e insistencias del PHC y algunos de sus funcionarios, apartando o privilegiando experiencias de integración según sus preferencias, correspondientemente con ello.

Al final del día siempre se deberá destacar un elemento notorio de las complicaciones, insuficiencias y desviaciones de las instituciones en Venezuela y que el PHC prometió atacar y eliminar y no lo ha hecho. Se trata del pernicioso elemento de la corrupción que, en Venezuela, está asociada al fenómeno del rentismo y la “riqueza fácil”. Los buscadores de renta en la economía no necesariamente son un fenómeno pernicioso pero los buscadores de corrupción si lo son en cualquier parte. Esto, en esta década, indudablemente que ha afectado la fuerza y operatividad de los que están participando en la administración del PHC con principios y buenas intenciones. Lo impresionante es que, los buscadores y beneficiarios de la corrupción, tienen origen y vida en variados estratos sociales de la actual sociedad venezolana.

Pero también al final del día o de su tiempo de administrador se le reconocerá al PHC –y a algunos de los de su camarilla- haber destacado la importancia de la atención a los sectores menos favorecidos en la distribución del ingreso y haber generado algunos mecanismos que a pesar de todas las observaciones que puedan hacérseles, han beneficiado a tales sectores o grupos sociales que son el resultado de variadas administraciones en su desatención de los mismos y en la ejecución de instrumentos de política que se consideró debían producir resultados automáticos; puede recordarse el caso de la afirmación de aquel ministro de la segunda administración del Presidente C. A. Pérez cuando señalaba con altivez: “ el ingreso real va a subir porque en toda economía donde crece la inversión crece el ingreso real”. Pero además, aunque algunos no lo reconozcan, lo destaquen o peor aun no les importe, la sociedad venezolana se fue desempeñado en los años ochenta y noventa con una gran indiferencia y en varios casos discriminación por tales grupos sociales a los que el PHC les brindó un espacio.

Se ha afirmado más arriba, también, que la administración del PHC ha supervisado algunos servicios que si se dejasen a la voracidad de algunos agentes económicos y a la indiferencia de algunos miembros de los sectores mejor ubicados en la distribución del ingreso estarían hoy día deteriorando el ya bastante mermado ingreso real de los venezolanos. Pero también haber continuado las obras del metro de caracas (aun con su deterioro y al olvido o desconocimiento con quienes hace varias décadas iniciaron en solitario una obra en la que pocos tenían entusiasmo operativo); el arreglo de algunas vías a veces más rápido de lo que sucede en alcaldías que en Caracas ha manejado la oposición, aunque en varios de esos procesos algunos se hayan quedado con lo que los mexicanos han llamado a veces un pico; haberle dado a niños y jóvenes la posibilidad de viajar o salir aunque se lo hayan convertido en una atadura; en fin, muchas son las deficiencias y no hay tantos éxitos como piensa la administración del PHC, pero hay logros que se deben reconocer.

De todas maneras, lo que ha convertido a la administración de PHC en una de sesgo populista, no es su preocupación y atención de los grupos sociales referidos, sino el hecho de que su camarilla ha transformado eso en medio para buscar para mantenerse en el poder permitiendo paralelamente el desarrollo claramente expansivo de la corrupción.

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