Un tesoro poco apreciado llamado cacao
Entre los más de 200 países del planeta, apenas unos 15 son reconocidos por producir y exportar cacao fino de aroma. Venezuela es uno de ellos. Y no solo eso: es la nación con “la mayor diversidad del mundo”, según dijo en una oportunidad la maestra chocolatera María Fernanda Di Giacobbe a Analítica.com.
Sin embargo, y a pesar de la inmensa variabilidad de tipos de cacao que ofrece esta llamada “Tierra de gracia” –treinta criollos y más de cien trinitarios, como refiere Di Giacobbe–, Venezuela es uno de los países con menor índice de exportación de la fruta tropical.
Al respecto, Jorge Redmond, presidente de Chocolates El Rey, explica que en materia de chocolate, “hemos estado estancados casi desde la época de la colonia. Decimos que tenemos el mejor cacao del mundo, pero hay otros que están trabajando más duro que nosotros”.
Según la Cámara Venezolana de Cacao, acá se producen unos 300 kilogramos por hectárea. En otros países de la región como Ecuador y Colombia, la cifra llega a 2.000 y 1.000 kilogramos por hectáreas, respectivamente. Una situación que llama la atención, pues según agrega Redmond, hay técnicas desarrolladas “que demuestran que podemos producir de 2.000 a 4.000 kilos por hectárea”.
¿Por qué el cacao no ha terminado de convertirse en uno de los pilares de la economía venezolana? Quizá una de las razones sea la renta petrolera. “A partir de 1918, con el descubrimiento del petróleo, el gobierno abandonó la agricultura. Posteriormente, en el siglo XX hubo dos guerras mundiales que impidieron a Europa importar cacao, por lo que muchos productores venezolanos cortaron sus plantas y se dedicaron a cultivar otros rubros. Finalmente, durante el primer mandato del presidente Carlos Andrés Pérez, se creó el Fondo Nacional del Cacao, que tuvo el monopolio de su comercialización. Los precios regulados y la falta de incentivo terminó de acabar con el cacao en Venezuela”, comenta Redmond.
Por otro lado, están los peligros a los que viven sometidos los productores de cacao. José Vicente Franceschi, director de la casa chocolatera que lleva su nombre, alega que el robo a los agricultores “es espantoso. No hay manera de protegernos porque no hay cercas. Las plantaciones son abiertas y el precio del cacao es un incentivo para robar. Ha habido casos en los que personas armadas sacan a la gente de las plantaciones y se quedan con la cosecha”.
Ataques del propio gremio
Otra de las razones que pueden explicar el porqué Venezuela no ocupa los primeros lugares como exportadora de este fruto tropical tienen que ver con las acciones del propio gremio cacaotero.
Recientemente, los directivos de la Fundación Gente del Cacao denunciaron a la compañía exportadora Distribuidora Alimentos Mundiales 2013 C.A., por un supuesto plagio de un proyecto que –según explicó recientemente la empresa en un comunicado– “jamás existió”.
“Con nota de prensa que busca dañar el trabajo que se realiza a factor del sector cacaotero venezolano, la Fundación Gente del Cacao se ha dado a la tarea de decir falsedades, alegando primeramente el supuesto plagio de un proyecto inexistente, y citando noticias de corte judicial en las cuales se involucra a la empresa, sin tener esta responsabilidad legal alguna en dichos casos, como consta en los tribunales pertinentes que manejan dichas causas”, escribió la corporación en el texto, el cual cuenta con el respaldo del Gremio Sector Cacaotero Unido.
Según alegó Yaneth Gutiérrez, vocera de la Asociación de Productores y Procesadores de Cacao del estado Aragua (Aproarca), durante una rueda de prensa, estas acciones no solo afectan a la corporación antes mencionada, sino a todo el sector cacaotero venezolano. “Son pocas las empresas que nos apoyan como gremio y Distribuidora Alimentos Mundiales 2013 C.A. ha sido una de ellas. Campañas de difamación como esta nos cierran aún más las puertas”.
Posibles soluciones
Di Giacobbe es enfática en la importancia de invertir en la infraestructura de transporte necesaria para poder sacar el cacao a otras fronteras. También menciona la importancia de sembrar más, “pero con conocimiento y tecnología”, sin dejar a un lado el incentivo a los productores.
Por su parte, Kai Rosenberg, productor de cacao, refiere que es indispensable la intervención del Estado y que se requiere un inventario “detallado y minucioso” de todas las unidades de producción. “De cada unidad hay que determinar su tamaño, el tipo genético que tiene el cacao y la producción posible, y todo eso debe tener análisis químico. Es una tarea titánica. Cuando lo tengamos debemos registrarlo internacionalmente y eso implica también la promesa venezolana de respetar las denominaciones de origen de los otros países”.
En definitiva, hay mucho lo que se puede –y debe– hacer para posicionar al cacao venezolano no solo como uno de los más sabrosos, sino también como uno de los más presentes en el mercado internacional. Desde políticas de Estado que motiven a los agricultores hasta una mayor unión por parte de los propios miembros del gremio cacaotero. Así –y solo así– este fruto tropical podrá convertirse en pilar de la economía nacional.