Un MIG para la política comercial
Rusia es el punto inicial de un largo viaje de más de veinte días, que el Presidente realizará por diversos países de Asia -incluida la segunda visita a China- y donde podrá ver, acercarse o montarse en un avión mig de los más potentes. Las razones que él y su gobierno han esgrimido para justificar este nuevo viaje son variadas. De tipo político y de tipo económico-comercial.
Las de tipo político, remiten a la idea de construir un mundo multipolar que, en el caso del (%=Link(«http://analitica.com/bitblioteca/hchavez/default.asp»,»Presidente Chavez»)%), de Fidel Castro y de otros con posiciones parecidas, representa lo mismo que estar en contra del imperio que perciben en las relaciones con EE.UU. Los que conocen el mundo y la historia saben que los europeos son colonialistas por antonomasia. Los japoneses, por su parte, nos son ningunos santos; los chinos, no les cuesta mucho pasar de víctimas a victimarios y los antiguos soviéticos, tienen una historia bastante larga y conocida en estos asuntos. La defensa de la autonomía o soberanía -si es que algo así hay que defender-, no parece justificado hacerlo asumiendo una actitud contraria con deferencia específica para EE.UU.
Las razones económicas son de más interés de nuestra parte. La idea de base es la de buscar nuevos mercados y ampliar nuestra dimensión económica de relación internacional en general. Es de perogrullo decir que un grueso de nuestras exportaciones petroleras tienen como destino a los EE.UU. En momentos en los que se ha hablado de seguir exportando a ese mercado, el Presidente y sus ministros han ratificado su voluntad de mantener la idea de que Venezuela es un abastecedor seguro y confiable. Por otra parte, nuestras exportaciones no tradicionales no se han estabilizado ni impulsado hacia niveles que algunos aspiraban a comienzos de los noventa, como pueden ser los que bordeen los 7.000 millones de dólares. En los años 1999 y 2000, las exportaciones no tradicionales dirigidas a EE.UU. y Colombia han alcanzado alrededor de un 50% del total. A esto, hay que sumarle lo que se exporta a otros países latinoamericanos, a Japón y a algunos países europeos. Podría uno preguntarse si la explicación económica de los viajes del Presidente está asociada a la búsqueda de mejores precios para este nivel de exportaciones. O si ellos están relacionados a abundantes posibilidades de exportación hacia los mercados que son objeto de los viajes del mismo y que podrían relacionarse con metas en exportaciones como las que, no con mejores fundamentos que los que observamos en la actualidad, se esbozaban desprendidamente a comienzo de los noventa.
Cuales son los mercados que se visitan y que, en principio, deberían tener importancia en estos sentidos: ¿Rusia? ¿China? ¿Irán? Si los flujos previos no son significativos y las oportunidades de mercado no están claramente delineadas, podría uno pensar que se debe -o se puede-, también, visitar Turquía, por poner algún caso -que por cierto coloca algunos productos en el mercado venezolano-.
¿Que hace importante la relación comercial con otros países? ¿Será acaso que importadores o exportadores ocasionales hayan logrado colocar circunstancialmente perinolas, copas de champaña, mangos u orimulsion? No. La hace importante, entre otras muchisimas cosas, la regularidad, la constancia y la competitividad. ¿Y quienes logran eso? Lo logran las naciones. Con, entre otros elementos, sus embajadas y representaciones comerciales; empresarios y sus empresas; centros de enseñanza y difusión; y comercializadores y su uso de los modernos sistemas de comunicación. Sin desconocer la fuerza de las empresas internacionales, se sabe que estas también necesitan de las naciones.
Por otra parte, es la propia competitividad ya ganada la que, en asociación a la que se pueda ganar y a la estabilidad y sanidad económica de una nación, nos vislumbra las mejores posibilidades de éxito en las negociaciones y acciones internacionales. Es la expresión de que hay que arreglar la casa primero. Así lo han hecho y hacen los coreanos, franceses, chinos y los pragmáticos brasileños, entre otros tantos. Claro, la idea de proceso, tan manoseada en la actualidad venezolana, permite a los representantes gubernamentales actuales afirmar que todo está en proceso.
¿Quien se la está comiendo porque los chinos coloquen en nuestro mercado 500 tractores? ¿Quien está siendo audaz cuando -solamente aproximándonos en un perfil económico- se le dice a los colombianos -con agrado para sus congresistas- que sus ciudadanos tendrán facilidades en nuestro país?
Hoy en día esta creciendo, en los ambientes especializados, la aplicación de los criterios de usos alternativos de los recursos -lo cual no es más que el viejo criterio de costo de oportunidad– para las metas del desarrollo. ¿Cuánto se ha hecho y cuanto se podría hacer por elevar el nivel de nuestras representaciones comerciales, si tomamos en cuenta los costos de excesivos viajes? Los logros institucionales, siguen plagados de efectismo o ineficiencia. Un ejemplo, son los retrasos y altibajos para la ejecución del =Draw-Back,= otro la colocación inclemente de funcionarios sin preparación o trayectoria en áreas específicas. Ni que decir de la irrelevancia en que concluyó el planteamiento previo a este gobierno, de crear un Ministerio de Industria y Comercio, que aquel terminó convirtiendo en Ministerio de Producción y Comercio. Pero, por otro lado, las confusiones y emotividades del gobierno, en términos de integración económica -aunque sólo sea considerando el escenario latinoamericano-, puede decirse que son bastante pronunciadas.
¡Madre viaje: madre «revolución»! Como le escuché alguna vez decir a un funcionario de cierto rango de la cancillería: «los viajes de 20 o 30 días… ¡esos son los buenos!».