Economía

Sr. Maduro, por favor, ¡con fuego no se juega!

Blufear en poker puede causar un grave problema personal y familiar, pero cuando lo hace nuestro canciller, al retar públicamente al gobierno de los EE.UU., puede resultar fatalmente trágico para toda la nación y especialmente para sus ciudadanos más desposeídos. Nos referimos a la frase lanzada por Nicolás Maduro al gobierno Bush, instándolo a prescindir de nuestros hidrocarburos, en cuyo caso, dio por sentada la posibilidad de seguírselos suministrando directamente a la “sociedad” de ese país. Pero, ¿qué significa exactamente esta última referencia para el jefe de nuestra nueva diplomacia? ¿Se tratará de un complejo plan internacional, gracias al cual esa “sociedad” se solidarizaría con nuestra causa socialista, en abierto desafío al “Patriot Act” y desacatando otras eventuales disposiciones de su gobierno?. Claro está, esos supuestos clientes deberían estar, además, en capacidad de organizarse, para enfrentar la difícil logística envuelta en la importación y distribución de aproximadamente 1.6 millones de barriles diarios de crudo y de algunos derivados, por un valor aproximado de US$ 80 millones.

A este punto, es importante destacar que el citado volumen constituye no menos de las tres cuartas partes de nuestras exportaciones y que de esos ingresos depende, directa e indirectamente, el grueso de nuestro producto interno bruto. En otras palabras, sin ellos nos veríamos reducidos bruscamente a niveles de desesperación colectiva, sólo comparables al de los países más pobres del planeta. Ello se debe al carácter rentista, como nunca antes, de nuestra economía quasi mono-productora y mono-exportadora. Nadie puede poner en duda nuestra absoluta dependencia de los ingresos generados por la exportación de hidrocarburos y de su gran efecto multiplicador (ripple effect) sobre nuestra economía. Sin esos recursos, no podríamos seguir importando las cantidades mínimas indispensables de bienes tales como maquinarias, equipos médicos, repuestos, materias primas y semi-elaboradas, alimentos y medicinas, de los cuales nuestro país ya no produce sino una pequeña fracción de lo que requiere.

Pensar que la sustitución, a corto plazo, del mercado estadounidense por el de otros países, es una simple quimera. Nuestros crudos, por ser mayormente pesados, con alto contenido de azufre y vanadio, son de difícil procesamiento en la mayoría de las refinerías del mundo. Esa es la razón por la cual nuestra CITGO, a la vez nuestro cliente principal en los EE.UU., posee y opera varias refinerías, cuyos equipos fueron diseñados ad-hoc para procesar nuestros crudos. No hace falta ser economista o muy ducho en la materia, para comprender que en este momento, particularmente inoportuno, un alto representante de nuestro gobierno, debido a una mezcla de ignorancia, mal asesoramiento e ingenua osadía, podría originar una tragedia colectiva de proporciones casi inconcebibles. ¿Por qué decimos que las actuales circunstancias son las menos propicias, para que se siga con el peligroso juego de retar, de manera ofensiva y con injustificada autosuficiencia, a la primera economía mundial, de la cual la nuestra es y seguirá siendo dependiente por un tiempo aún previsiblemente largo? Pues bien, es suficiente leer las recientes noticias internacionales, para comprender que nuestro gobierno se está quedando cada vez más aislado, en su persistente actitud belicosa, retadora e incluso absurdamente burlona, como lo demuestran las ya aludidas declaraciones del canciller.

En efecto, por un lado observamos que algunos países latinoamericanos “amigos”, como Brasil, Uruguay, Paraguay y, de manera más disimulada, Argentina, han comenzado a distanciarse de nuestros planteamientos ideológicos. Por el otro, la reciente y sorpresiva capitulación de Corea del Norte, en materia armamentista nuclear, habla por sí sola. Adicionalmente, los últimos informes provenientes de Irán, nos relatan de otro aliado de nuestro gobierno venido a menos. En efecto, Ahmadinejad es hoy el blanco de durísimas críticas, provenientes de casi todos los sectores vinculados a la vida económica y política, así como de los poderosos exponentes religiosos de su país, tales como el gran líder ayatolá Alí Jamenei y su opositor, el también ayatolá Alí Montazeri. Es llamativo que ambos hayan coincidido en condenar, por peligrosa e inadmisible, la arrogancia demostrada por el presidente iraní con sus desplantes, al referirse a la resolución de la ONU que acaba de sancionar a Irán por haberse negado a desistir de su programa de enriquecimiento de uranio. Otras fuertes críticas, formuladas tanto por moderados como por conservadores iraníes, se refieren a la interrupción del flujo de créditos y de las inversiones occidentales, así como a la creciente presión inflacionaria que ha venido afectando a su país durante el actual período de gobierno. Por cierto, estas críticas nos resultan actualmente también muy familiares a nosotros los venezolanos.

Finalmente, pese a ser un mal augurio para nuestro futuro próximo, en materia de precios e ingresos petroleros, debemos recordarle a nuestro Presidente, a su canciller y al Ministro Ramírez, el anuncio no menos preocupante hecho por el ministro saudita de petróleo en estos días. El Sr. Al-Naimi informó que su país procedería a incrementar las exportaciones de crudo hacia el Oriente, pero sin reducir las que ellos destinan al Occidente. Eso tiende a confirmar nuestras hipótesis planteadas en un artículo anterior titulado: ¿Qué ocurre realmente con el precio del petróleo? Como parte de ese análisis, tratamos de explicar los orígenes de la drástica reducción de los precios del crudo, ocurrida de manera extrañamente contra-cíclica, a partir de agosto 2006.

Una de las hipótesis más probables que adelantamos entonces, consistió en un posible acuerdo del gobierno de G.W. Bush con el de Arabia Saudita, para aumentar secretamente las exportaciones de ARAMCO. Esa estrategia perseguiría la brusca caída del precio del crudo, con lo cual lograr un fuerte debilitamiento de las economías de Irán y Venezuela y, en consecuencia, de sus posiciones beligerantes en el campo internacional. Al tratarse de Irán, es innecesario recalcar que la casa Saud es de la Casa Blanca su mejor aliada. Por otro lado, una fuerte reducción del precio del combustible en los EE.UU., tendría también como objetivo el de favorecer a los republicanos, en vista de las elecciones legislativas del pasado noviembre en ese país. En cuanto a Venezuela, para el gobierno Bush, es obvio que el nuestro sigue representando una piedra muy molesta en su zapato. En vista de ello y del hecho que a corto y mediano plazo, el petrolero podría seguir siendo un mercado equilibrado o tal vez de comprador, sería más prudente que nuestro gobierno asumiese una postura más modesta y optase, más bien, por “pasar agachado”. De lo contrario, podría transformarse en trágica realidad la amenaza implícita en el reto lanzado por Nicolás Maduro.

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