Software libre en Venezuela: “Ingenuidad” o tozudez
El viernes 12 de noviembre de 2010, la emisora de radio 96.3 FM, Alba Ciudad, a las 7:00 pm transmitió un programa denominado “Cópiate esta Radio”, el cual trataba sobre el software libre. En el mismo se intentaba promocionar el software libre satanizando a firmas como Microsoft tildándolas de capitalistas (?). En el programa de la emisora de corte oficialista se aplaudía que organismos públicos del Estado sustituyeran programas y sistemas operativos como Windows de Microsoft por software libre.
Más allá de la vehemencia ideológica con la que el conductor del programa fustigaba al software de marca como Microsoft, Oracle, entre otros e intentaba plantear la sustitución de estos por los “anti-capitalistas” desarrolladores de software libre, algunas precisiones pueden establecerse al respecto.
La nueva economía, la economía de la información se caracteriza por factores estructurales y de funcionamiento distintos a los de los sectores tradicionales. Los sectores de la nueva economía y de los sectores de la información suelen caracterizarse por la existencia de plataformas, estándares reforzados por las preferencias de los consumidores, economías de demanda y efectos externos positivos de red, tanto directos como indirectos. Sobre esto Carl Shapiro y Hal Varian ambos académicos de la Universidad de California en Berkeley en su libro titulado “El Dominio de la Información” al comparar los sectores tradicionales con los de la información se preguntan y responden: “¿qué es lo que ha cambiado? Hay una diferencia fundamental entre la nueva y la antigua economía: la vieja economía industrial estaba impulsada por las economías de escala; la nueva economía de la información está impulsada por la economía de las redes. El éxito de las empresas first mover o incumbent -instaladas de marca- engendró más éxito, es la esencia del feedback positivo. La noción de feedback positivo es fundamental para entender la economía de la tecnología de la información. El feedback positivo hace que el fuerte se haga más fuerte y el débil se haga más débil, lo que conduce a resultados externos.” Lo anterior es lo que explica que los sectores de la nueva tecnología y la información se denominen mercados del tipo the winner takes all –el ganador se lleva todo el mercado-.
Lo lamentable de toda la destrucción de los efectos externos de red que incrementarían el bienestar social, al crearse islas de software “promocionando” el software libre que no goza de economías de red –imponiendo su adquisición por parte de las instancias públicas y el Estado-, puede estar siendo aprovechada por algunos empresarios que valiéndose del desconocimiento y del prejuicio del Ejecutivo nacional hacia las compañías de marca que gozan de la preferencia y las economías de demanda, logran vender su producto.
De nuevo, la decisión de utilización, adquisición e instalación del software libre no sería una decisión soberana del consumidor o el usuario, sino la imposición de unos burócratas, creándose una “ventaja” competitiva artificial, cerrándose el mercado administrativamente y destruyéndose efectos externos positivos de red. Toda esta situación podría estar constituyendo una prueba fehaciente de la captura del Estado por parte de un grupo de reducido de “empresarios socialistas” en detrimento del valor social derivado de las economías de redes, la compatibilidad y los estándares.
En este sentido, la tozudez de minar, incluso vía acciones públicas, la dominancia de ciertas empresas u oferentes, podría lesionar al bienestar social. La actual gestión de Gobierno igualmente insiste, en sectores de la economía tradicional, intentar imponer administrativamente estructuras de mercado atomizadas, aun cuando ello implique doble acometidas de entrada en activos fijos, en costos de entrada y en costos hundidos. Lo anterior implicaría que los consumidores tendrían que financiar estructuras ineficientes, directamente vía precios o indirectamente vía impuestos. En el caso de la economía de la información forzar el uso de nuevo estándares lesionaría la soberanía del consumidor y destruiría economías de red.
