Economía

Socialismo: Empobrecimiento de algunos despilfarrando la riqueza de los demás

Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres y al polvo volverás.

 

Santa Biblia; Libro del Génesis 3:19

La primera frase de ese verso bíblico ha sido trastocado popularmente en: “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente”—un castigo que Dios le impuso al hombre al expulsarlo del paraíso terrenal por escuchar la voz de su mujer y comer la fruta del árbol prohibido: lo condenó a trabajar; y por eso; también, alguien compuso una muy vieja canción popular cubana cuyo uno de sus versos reza: “El trabajo lo hizo Dios para el buey como castigo”.

Pero esas fantasías religiosas no se compaginan con la realidad; porque sólo con el trabajo; con el duro y consistente esfuerzo propio—desde aprender a gatear; a leer, escribir y “sacar cuentas”; hasta obtener un diploma universitario y poner en práctica—ya sea en un empleo o en un negocio—esos conocimientos mediante del duro trabajo personal, es que se produce la riqueza; tanto en el campo de las artes como en el de las humanidades y las ciencias.

Luego llegaron los socialistas con otra fantasía: la plusvalía, que dice que la riqueza es producida sólo por el trabajo de los obreros; quienes con su esfuerzo personal transforman la tierra y sus materiales para producir todo lo que existe, que luego es “expropiado” por los capitalistas para enriquecerse “abusivamente” con el sudor de la frente del obrero—es decir, toda persona rica, lo es, porque le “robó” su riqueza al trabajador, y por ello los trabajadores deben tomar el poder mediante una revolución, hacer desaparecer la propiedad privada, y distribuir la riqueza equitativamente entre todos.

Esa fantasía socialista convirtió en estados menesterosos desde el primero hasta el último de los estados socialistas que han existido (desde la Unión Soviética y la China de Mao Zedong, hasta Cuba, Zimbabwe y Corea del Norte), porque la economía marxista; detallada en tres mamotretos escritos por Karl Marx y Friedrich Engel y titulados: “El Capital”, son puras fantasías de las enfermas mentes de esos dos pensadores alemanes.

Ningún proyecto “económico” socialista tendrá éxito—todos quebrarán—simple y llanamente porque violan una ley económica descubierta por el pensador escocés Adam Smith: el hombre es movido por el egoísmo y el afán de lucro—que es odiada por igual por socialistas y cristianos; pero por más que la odien, ésta no desaparecerá, porque es innata a la persona humana.

Como la “economía” (más bien fantasía) socialista es incapaz de conducir cualquier actividad comercial o de negocios a producir riqueza, cuando los socialistas llegan al poder “nacionalizan” que quiere decir estatizan, expropian los comercios y negocios privados que son exitosos porque se rigen por la única verdadera economía que existe: la economía del libre mercado.

Los Chinos; a la muerte de Mao Zedong en 1976, lo único que tuvieron que hacer fue lanzar al cesto de la basura todas las fantasías económicas de Marx y Engels y progresivamente organizar su país progresivamente conforme a la economía del libre mercado en manos privadas—y 34 años después ¡Voilá! Son una innegable y asombrosamente exitosa potencia económica mundial (China lleva más de una década creciendo a una tasa igual o superior al 10 por ciento anual).

El socialismo lo que hace es empobrecer a algunos (a  aquellos que no controlan el poder político), al expropiar la riqueza ajena y despilfarrarla tratando de convertir en realidad las fantasías marxistas descritas en el Manifiesto Comunista de 1848.

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