Economía

Sistema de tipo de cambio paralelo

El gobierno ha instrumentado un control cambiario, específicamente un sistema caracterizado por la existencia de un tipo de cambio oficial controlado y otro que se establece en el mercado paralelo, lo que en la literatura económica se conoce como un “sistema con tipo de cambio paralelo” (Kiguel, Lizondo y O`Connell, 1966; Ghei y Kamin, 1999).

Conceptos básicos

El llamado “sistema de tipo de cambio paralelo” es aquel donde las transacciones internacionales se realizan a más de un tipo de cambio, y cuando al menos uno de ellos, legal o ilegal, flota libremente en el mercado paralelo.

Países en desarrollo han aplicado tipos de cambios controlados distintos a diferentes tipos de transacciones. Esta práctica es en esencia equivalente a la existencia de un solo tipo de cambio acompañado por diferentes impuestos, dependiendo del tipo de transacción. El sistema de tipo de cambio paralelo se distingue porque el cambio paralelo se establece libremente en el mercado paralelo.

Usualmente el tipo de cambio oficial se ata a una monda particular de una manera fija o con un con algún tipo de deslizamiento. Adicionalmente, es frecuente que el tipo de cambio oficial se aplique a las transacciones de la cuenta corriente, o a un subconjunto de las mismas, y que el tipo de cambio paralelo, legal o ilegal, rija para las transacciones de la cuenta de capital y algunas transacciones de la cuenta corriente no consideradas básicas.

Las barreras arancelarias o las tarifas no son suficientes en sí mismas para que se produzca el mercado paralelo. El mercado paralelo aparece cuando los gobiernos limitan la cantidad de divisas que pueden comprarse o venderse para un conjunto de transacciones específicas, lo cual ocasiona que el exceso de demanda se derrame al mercado paralelo.

Los sistemas de tipo de cambio paralelo pueden ser legales o ilegales. Cuando el mercado paralelo es legal, usualmente se lo denomina como un “un sistema dual”.

Experiencia mundial

Los países desarrollados se han movido hacia sistemas con un solo tipo de cambio no controlado. Bélgica fue el último país desarrollado con un sistema dual y se movió hacia la unificación en 1990. Los sistemas de tipos de cambio paralelo sólo existen hoy en países subdesarrollados.

Sistemas duales se han instrumentado tanto en América Latina como en el resto del mundo en distintas ocasiones. Bélgica mantuvo este tipo de sistema desde 1957 a 1990, República Dominicana hasta 1993, Francia (1971-74) e Italia (1973-74) como consecuencia del derrumbe de Breton Woods.

Los mercados paralelos ilegales han sido comunes en los países subdesarrollados, tanto en África como en América Latina o en países asiáticos. Sin embargo, por lo general estos han sido tolerados por las autoridades por razones de distinta índole. Los intentos de aplicar excesivas penalidades en el mercado paralelo tienden a durar poco, colocan un premio excesivo en el mercado paralelo, y en términos generales terminan en el fracaso. Ejemplos de ello son los casos de Ghana antes de 1983 y Sudan en el proceso que se inició en 1970.

No tiene por qué existir un movimiento cercano o una brecha estable entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. Ha sido común, como en el caso de Pakistán y Venezuela, que el tipo de cambio paralelo se incremente rápidamente en el período que precede a una devaluación, pudiendo luego caer. En 1985 el premio del mercado paralelo sobre el oficial de Argentina, Venezuela, Argelia, Egipto, Etiopia, Ghana, Nigeria, y Tanzania superó el 100%.

Los países con estos arreglos cambiarios tienden a disminuir. En 1994 sólo 49 países tenían este tipo de control. De ellos, 20 eran africanos, 14 antiguas economías socialistas en transición, y los otros eran de América Latina, Asia y del Medio Oriente.

Objetivos y consecuencias

Hipotéticamente el objetivo de instrumentar sistemas con mercado paralelo sería el de aislar temporalmente a la economía doméstica de las fuertes alzas de precios u otras consecuencias que pueden ocasionar shocks transitorios. Serían mediadas transitorias dictadas por la emergencia. En la práctica, su aplicación ha sido inconsistente con este propósito.

Las consecuencias negativas de este tipo de arreglo cambiario son conocidas. En primer lugar, permiten a las autoridades mantener por un período el tipo de cambio oficial desalineado, por lo general acompañado de políticas fiscales, monetarias y comerciales inconsistentes con los equilibrios macroeconómicos, sin que se pierdan todas las reservas internacionales; distorsionando los precios relativos y dificultando el crecimiento. En segundo lugar, debido a que el control cambiario usualmente implica subsidiar a los que tienen acceso al cambio oficial, el esquema incentiva y potencia el comportamiento de búsqueda de renta (incluyendo la corrupción). En tercer lugar, suele estar acompañado del uso del control cambiario como instrumento para alcanzar fines políticos. Así mismo, la aplicación de controles difíciles de instrumentar tiende a promover una cultura de evasión, que en definitiva golpea a toda la estructura institucional. La experiencia venezolana con este tipo de arreglo ha sido negativa y es posible que el caso actual arroje resultados aún más desfavorables.

Algunos aspectos de su posible funcionamiento

Estos esquemas se instrumentan porque la oferta de divisas en relación a la demanda, por alguna razón, está limitada. En el caso actual venezolano se debe a la crisis petrolera, ocasionada por el conflicto político, y la inconsistencia de la política económica del gobierno. Dadas la posibilidad de que no se recupere las exportaciones petroleras usuales en un lapso razonable y la baja del potencial de producción, el tipo de cambio real de equilibrio puede haberse depreciado.

Se supone que el producto durante este año podría caer entre 10% y algo más del 20%, dependiendo de las salidas a la crisis, y no se pueden descartar problemas en el área financiera o en los compromisos de pagos del gobierno. Una caída violenta del producto tendría un efecto limitante en la demanda de divisas, tanto en el mercado oficial (reducción de importaciones) como en el paralelo (demanda de portafolio). En este último, la reducción de la riqueza podría ser compensada por un alza en la ya elevada preferencia por activos financieros externos.

Debido a la existencia del mercado oficial y el paralelo, se produce un arbitraje donde el precio de la divisa se establece por el costo marginal de la misma. Por tanto, en el tiempo, el objetivo anti-inflacionario del control pierde posibilidad de ser alcanzado.

El tipo de cambio real oficial y el paralelo pueden moverse en diferentes direcciones, y la brecha entre los dos tipos de cambio puede aumentar cuando existe una masiva creación de crédito doméstico. Esto puede crear simultáneamente sobre-valuación del tipo de cambio real oficial y depreciación del paralelo. Para el gobierno existen dilemas respecto a la política fiscal y monetaria. Sí el ajuste fiscal y monetario es muy elevado, agudiza la potencial caída del producto y arriesga problemas en el sector financiero. Sí utiliza masivamente financiamiento con efectos monetarios, puede ampliarse la brecha entre el cambio oficial y el paralelo.

Salir de los controles cambiarios es difícil. Mientras más rígidos, duraderos y globales sean, mayores son las distorsiones y más difícil es la salida. Por lo general, se recomienda que la aplicación de estos esquemas sea relativamente corta, flexible, donde tienda a existir un mercado paralelo transparente y legal, lo cual puede ayudar al carácter transitorio del control.

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