Serán cínicos!
Ahora resulta que los bancos norteamericanos que exigieron la ayuda del Estado para no declararse en quiebra, y someter al país a un colapso de magnitudes inimaginables, ya pueden devolver los créditos recibidos. ¿Magia financiera? ¿Milagro de San Obama? Nada de eso. Los mayores responsables de la hecatombe financiera que nos ha llevado a la crisis económica que padecemos en todo el mundo, se han librado de ir a la cárcel por sus fraudes, estafas, evasiones de capitales, alteración del precio de las cosas, fondos basura y tóxicos hasta constituir una pandemia más peligrosa y deletérea que la de la nueva gripe.
Algunas entidades que solicitaron esas ayudas habían engordado su pasivo… con las enormes cantidades prometidas a sus ejecutivos en bonos, fondos de pensiones, primas preferentes, que se apresuraron a cobrar tan pronto como se aprobaron los créditos estatales. La Comisión del Congreso reclamó ese dinero, pero no lo ha conseguido ni en un 20%.
El Tesoro impuso condiciones de transparencia que no gustaron a los beneficiados. Descontentos con la tutela estricta impuesta por Washington, los principales bancos del país querían salir del plan de ayuda impuesto. Y con un cinismo que asombra, el Departamento del Tesoro autorizó a esas entidades a devolver 68.000 millones de dólares del fondo de alivio de activos tóxicos lanzado en otoño… debido a su “recuperación financiera”. ¿No estaban ahogándose? ¿A qué se debe esa pretendida “recuperación financiera”? ¿Han vendido activos no declarados o repatriado capitales evadidos?
Estas entidades se librarán del control de Washington que no se atreve a congelar los activos norteamericanos que desviaron a los paraísos fiscales evadiendo el fisco y dañando a la sociedad. Pero en esos paraísos también están miles de millones de dólares “relacionados” con los de otras grandes compañías transnacionales y a esto se oponen los grandes lobbies que dictan la economía del mundo.
Después de los ataques de Nueva York, Washington congeló en una semana las cuentas bancarias de quienes tuviesen un apellido de origen árabe, persa, paquistaní o afgano. Nadie se atreve a acabar con los paraísos fiscales porque temblarían los basamentos del poder político, económico y social establecido.
Esta es la filosofía que preside nuestro modelo de desarrollo económico. Un capitalismo salvaje, inhumano e injusto, aunque legalizado por los gobiernos títeres de turno.
Morgan Stanley fue la primera en anunciar el retorno de 10.000 millones de dólares que tomó prestados de los 700.000 millones del fondo anticrisis. Y le siguió American Express, JP Morgan Chase, Goldman Sachs, US Bancorp, Capital One, BB&T, Bank of New York Mellon, State Street y Northern Trust. Hay más de 600 entidades que participan en el plan diseñado por la Administración de George Bush para rescatar a Wall Street del terremoto financiero provocado por el colapso de Lehman Brothers.
El equipo de Obama le dio continuidad, sometiendo a las 19 principales entidades del país a pruebas de resistencia. Nueve las aprobaron. Pero antes de soltar el flotador que les lanzó el Gobierno debían respetar una serie de condiciones en la forma que iban a recaudar el capital privado para poder pagar al Tesoro por sus acciones preferentes. Los primeros signos de estabilización en el sector financiero les permitieron así hacerse con unos 65.000 millones en pocas semanas.
Pero que estén en condiciones de pagar no basta para darla por finiquitada. Obama señaló que las devoluciones son «una señal positiva», pero reiteró que la crisis financiera sigue amenazando a familias y empresas. Y advirtió que permitir estas restituciones no es “un perdón” de los excesos pasados ni un salvoconducto para que el sector financiero se embarque a asumir riesgos sin pensar en las consecuencias. Obama insistió en que no tiene interés alguno en “gestionar bancos, ni automovilísticas, ni constructoras ni ninguna compañía privada”.
El apoyo a la banca estaba concebido para tapar los agujeros creados en sus balances por la deuda de mala calidad, y así elevar la confianza entre las entidades y agilizar el crédito.
La medida permite demostrar que los planes del Gobierno funcionan, aunque la economía se mantenga débil y dotará de nuevo al Estado de fondos para poder redistribuirlos entre entidades en problemas.
En España la banca ha sido obligada a tasar los activos que pueda vender si tienen problemas. Se rescata la banca pero no aumentan los créditos a empresas ni a particulares, aunque sí a empresas participadas por esos mismos bancos.